De paseo (Libre)

Era un día soleado de finales de invierno. Caminaba por las calles bajo un sombrero, que tapaba parte de mi rostro. A mi izquierda, estaba Sebasthian, mi mayordomo. Pasé por unas tiendas, mientras miraba los productos de los escaparates. Paré delante de una tienda, una juguetería con un cartel en el escaparate que decía: "Phantomhive". Lo miré de reojo y sonreí levemente. Seguí caminando hasta que...

Mi hermana Amy me tenía tomada del brazo mientras me tironeaba para ver cada uno de los hermoso vestidos que se exponían frente a toda la gente que pasaba por las calles de Londres. No era uno de mis lugares favoritos, pues yo prefería estar sentada en el bosque mirando la nada y sentir mis pies desnudos sobre aquel pasto verde y tan fresco. Era en aquel lugar en donde me había topado con un joven de lo más agradable y esperaba que mi nuevo amigo y yo forjáramos una buena amistad para siempre, aunque "Para siempre" era una frase de lo más efímera y utópica, nada era para siempre.

-Amy, me sacarás el brazo si sigues tironeando de esa forma.

Le dije con una sonrisa pero ella de todas formas no me presto ni la mínima atención. Mis ojos azules se posaron en una tienda llena de juguetes, si bien ya era algo grande para ellos, yo aún los amaba. Me solté del brazo de mi hermana, trastabillando, realice saltitos para mantenerme en pie pero un cuerpo humano detuvo mi caída de bruces al suelo. Me lleve las manos a la boca.

-OH, lo siento, lo siento y lo siento. ¿Le hice mal? Es que me solté del brazo de mi hermana, por que amo los juguetes, aunque soy un poco grande para ellos, pero son tan bellos.

Una sonrisa apareció en mi rostro, volviendo a contemplar con ojos brillosos los hermosos juguetes..

Una joven chica acompañada de una niña, tropezó. (Es una niña aun no, tu hermana xd). Sebastian amortiguó la caida. La ayudó a levantarla.

-Lo siento, mi Lady... Se encuentra bien?-dijo él haciendo una pequeña reverencia.

-Que pasa, Sebastian?- dije girandome. Mi rostro seguía medio tapado, pero unos mechones rizados de mi pelo sobresalían del sombrero. Oi los comentarios de la chica. - Entonces debería conocer la compañía Phantomhive... Es una cadena muy grande...-dije con media sonrisa.

Le sonreí al hombre que me pregunto si me encontraba bien, era ya normal que tropezará, me cayera y muchas otras cosas más y pobres las tazas de porcelana que tenía en casa, esas eran las que sufrían mi falta de atención a las cosas. Mis ojos se clavaron en una señorita que debería tener apróximadamente la misma edad que yo.

-¡Si! Claro que conozco a la gran compañía de juguetes Phantomhive, mi padre en mi décimo cumpleaños hizo que me hicieran una muñeca de porcelana parecida a mi.

Amaba esa muñeca, todavía la conservaba, tenía el cabello un poco más rojo que el mío, los ojos más verdes que los míos y era tan blanca como yo. Llevaba un hermoso vestido que imitaba a uno que mi abuela había hecho para mi.

-A ¿Usted señorita también le gustan los juguetes?

Le pregunte mientras dejaba entre ver una sonrisa, era una lástima que mi familia y mucho menos yo, no tuvieramos dinero, por que si fuera por mi compraría todas las muñecas que había allí. Me percaté de que no le había dicho mi nombre, por lo general siempre me olvidaba de ese detalle. Me arregle el vestido y me peine mis rizos con los dedos.

-Soy Caroline Mayfar

Hice una inclinación y espere a que ella también fuera tan amable y me dijera su nombre también.

Sonreí por lo bajo.

-Me alegra que le gusten... En la compañia Phantomhive tenemos uno de los mejores productos... Muy exclusivos. - le dije con una sonrisa. Mire a Sebastian, y este sacó una especie de papel, con bordes dorados y escrita a mano. Se la dio a la chica. - Es un certificado. Si lo llevas a alguna tienda Phantomhive te daran para elegir uno de los nuevos juguetes de la compañia. Aprovechalo, son limitados. - dije esperando a que aceptara.

La chica se presentó y me dijo su nombre.

-Yo me llamo Alice Phantomhive.-dije mirandola con una leve sonrisa. -Un placer conocerle, señorita Mayfar. Este de aqui es mi mayordomo, Sebastian. - Sebastian hizo una leve reverencia.

Mire el papel con bordes dorado que me alcanzaban, me sentía en el cielo, ya podía ver la cara de mi madre de reproche, mientras que mi padre se descostillaba de la risa por el simple hecho de ver que mis ojitos brillaran con tanta emoción. Estire una mano y con mis dedos finos tome la hoja que lo mire con mucho entusiasmo.

-No sabe lo que le agradezco señorita, aunque no creo que a mi madre le guste demasiado, ya me la imagino diciendo algo como “Caroline, tienes edad para casarte, no para andar con juguetes”

Imité la voz de mamá, menos mal que ella no había venido conmigo y Amy, aunque no sabía con exactitud en donde se había metido ni mi hermana, ni mi tía. Le dedique una mirada sorprendía, no quise disimularla, realmente me había sorprendido y por lo general yo no era de esas personas que disimularan demasiado.

-¿Usted es la dueña de todo esto? Debe ser muy afortunada ¿A usted también le gustan los juguetes señorita Phantomhive?

Lo miré a su mayordomo y le dedique también una reverencia, parecía un hombre muy agradable y una buena persona como lo era la señorita.

-Encantada Seños Sebastián.

Sonreí cuando imitó a su madre. Asentí levemente.

-Si... Soy hija del jefe anterior. Habra oido sobre el incendio de la mansión Phantonhive. Soy la unica descendiente, asi que la emprea esta en mis manos... Aunque aun no soy mayor de edad. Pero supongo que tenemos algo de mala fama... Por nuestros terribles rumores. Asi que yo no diria que sea muy afortunada. - dije con una sonrisa forzada, quitandole importancia. No queria recordar eso de nuevo. - Bueno. Los juguetes no es que me entusiasmen mucho... Solo sigo el trabajo familiar. Aunque en cambio los dulces si que me gustan. - dije riendo levemente. Cai en la cuenta de que venia acompañada de su hermana. -Quiere acompañarnos en nuestro paseo? - pregunté.

Por lo general pretendía no oír nada acerca de accidentes catastroficos, pero el incendio era una cosa que hablaban todos. Quite la sonrisa de mi rostro y asentí lentamente con la cabeza.

-Lo siento

Era tan mala para dar los pésame, no podía n siquiera imaginar una vida sin mis queridos padres, aunque tenían cosas que a mi me molestaban y suponía que a ellos le pasaba lo mismo que a mi. Hice un ademán con la mano.

-No le tiene que hacer mucho caso a los rumores que se corre, por que son solamente eso...rumores. Además yo creo que la gente habla por que si.

Yo era de esas personas que no hablaban mal de la gente, no me gustaba en lo absoluto, aunque si sabía que en las reuniones de té de mi tía se hablaba muy mal de mi. Pero no me importaba en lo más minímo, yo estaba conforme con quién era y eso debía de ser suficiente para mi. Junte las manos provocando un aplauso.

-A mi también me encantan los dulces, son deliciosos.

Asentí con la cabeza, a mi no me molestaría acompañarla en su paseo y me sentí muy feliz de que me invitará. Giré un poco y a lo lejos vi como mi hermana corría hacia mi. La mire y me sonrió, tenía a penas 15 años, pero era muy hermosa y por lo general los hombres se enamoraban de Amy rápidamente. Le presente a Amy a la señorita Alice, mi hermana menor inclino la cabeza para darle una reverencia.

-¿Para donde se dirigían?, yo no soy muy amante de la cuidad

dije mientras me tomaba del brazo de mi hermana para empezar con el paseo.

De repente su sonrisa desapareció de su rostro.
-No tiene porque disculparse... No es culpa suya. Pero a lo de los rumores... Siento decirlo, pero son todos ciertos. - dije algo fría. Recorde la conversacion con el marques Walker, todas sus palabras "Con cuantos pseudonimos has cargado y con cuantas familias has acabado, Alice Phantomhive?". Un leve sonido de un aplauso suave me hizo volver del flashback y reaccionar.
-Pues eso espero...-dije con una sonrisa.

Una chica, de unos 15 o 14 años se acerco a nosotras. Era una muchacha bastante guapa y me hizo una reverencia.
-Yo tampoco soy muy amante de la ciudad.-coincidí.-Que le pareceria ir a mi mansión y tomar el té? Los pasteles que prepara Sebastian estan deliciosos. Si prefiere, podemos quedarnos aqui. Conozco varios sitios que estarian a su gusto.-dije con una sonrisa. -Usted y su hermana deciden. A mi no me importa en absoluto.

Me mordí el labio inferior, no parecía en lo absoluto a la chica que decían los rumores, además aquellos a pesar de que fueran verdad, los rumores siempre exajeraban para hacer daño, era por eso mismo por el cual yo los odiaba, no me gustaba perjudicar a nadie y más a hacer oídos sordos.

-Bueno los rumores siempre serán rumores, yo me jacto por lo que veo.

Le dedique una sonrisa. Ir a la mansión de una desconocida no era del todo de mi agrado, pero ella era muy agradable, además ya que ambas no éramos muy amantes de la cuidad era bueno estar en la comodidad de un hogar.

-Me encantan los pasteles y sobre todo el té. Claro, estaría encantada de ir a su mansión, y espero que algún día usted venga a nuestra casa.

Le sonreí estaba segura de que mi hogar no se podía parecer en nada a su mansión, además mi casa siempre estaba llena de gente que iba de un lado al otro. La mire a Amy quién se encogió de hombros con una sonrisa bella en su rostro.

Sonreí.
-Sebastian, volvemos a casa. -empece a caminar hasta un carruaje entre azul marino y negro. Sebastian abrió la puerta y entré. Me senté y esperé a que Caroline y su hermana entraran también. Una vez dentro, Sebastian cerró la puerta y se sentó en el asiento de delante. Hizo que los caballos empezaran a cabalgar. Nos dirigimos a las afueras de la ciudad, por un camino bastante amplio, envuelto de hierba y altos arboles con gandres copas. Por la lejania, se veia la mansion. Sebastian paró delante de la puerta principal de la mansión. Sebastian abrió la puerta y bajé del carruaje.