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Oculta detrás de los árboles [libre]

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Mensaje  Caroline Mayfar Vie Dic 04, 2009 12:45 am

Me quité los zapatos que mi padre había regalado para mi cumpleaños, aquellos que habían sido traídos de Francia. Realmente hermosos con unos pequeños moños en la parte delantera del zapato. Blanco de raso con adornos en plateado. Muy bellos que se lucían con mi vestido blanco que yo misma había confeccionado, no me gustaba en lo absoluto que los demás hicieran las cosas por mí, era por eso mismo que le había pedido a mi padre que no me colocará una nana, que yo sola podía cuidarme bastante bien, pero mis palabras se las llevaba el viento al igual que mis hojas que comenzaban a volarse una por una por el viento.

Mis pies desnudos acariciaban lentamente el pasto verde, se sentía realmente agradable y más encontrándome en la soledad de aquel silencio. Una pluma en mano y unas hojas me bastaban para encontrarme sumida en mi mundo. Era en aquel pedazo de papel donde yo expresaba lo que sentía, no era muy buena dibujando pero si al utilizar las palabras. Mi cuerpo se encontraba apoyado en la enorme raíz del árbol, mientras que mi cabello rizado y pelirroja se encontraba lleno de pequeñas hojas que no me había molestado en quitar. Deje a un lado las hojas, estaba casi segura que aquellas se esparcirían por todo el bosque. Mi recosté en el pasto y cerré los ojos, la paz y la naturaleza era lo único que podía hacerme feliz.
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Mensaje  Lawrence Lovegood Vie Dic 04, 2009 2:25 pm

Habían pasado dos días desde mi paseo por el parque y hoy me apetecía relajarme en un sitio más privado. Aunque debía reconocer que mi aventura en el parque había sido muy divertida.

Y resultó que el destino volvió a llevarme con otra pelirroja. Enfrascado en mis diversos pensamientos pisé algo que no emitió sonido alguno de naturaleza. Cuando bajé la mirada vi que era una hoja escrita y la tinta se estaba emborronando por culpa de la suela de mi zapato. Me agaché a cogerla y me quedé horrorizado a causa del destrozo. A mi alrededor se esparcían dos o tres más. Por fin encontré el motivo de todo aquello cuando vi a una muchacha tumbada detrás de un árbol al que yo me estaba acercando. Me asomé con cautela y me pregunté si me tomaria por un maleducado si interrumpía su letargo.

- Eh... Disculpe, señorita.- dije con un tono de voz suave para no asustarla.- Me preguntaba si esto...

Alcé la hoja manchada de barro y me mordí el labio esperando sentencia. ¿Y si eran unos escritos importantes? Tendría que hacer lo posible para recompensar la pérdida.
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Mensaje  Caroline Mayfar Vie Dic 04, 2009 9:14 pm

Mis pensamientos vagaban, ya tenía decidido que el año que vendría le pediría a mi padre que me dejará marchar al extranjero, sentía lástima por mi hermana Amy, con quién me llevaba bien y mi madre se encontraba empecinada en que ella encontrará un marido rico con el cual pudiera contraer matrimonio, de ese modo podría "salvar a la familia". Gracias a Dios, y había que agradecérselo, ella se parecía bastante a mi, aunque su cabello era rizado pero rubio y bien largo, tenía los ojos mas bellos que toda la familia junta y su delicadeza y sus movimientos de paloma llamaban la atención de cualquiera, pero ella, al igual que yo, no sentía intenciones de contraer matrimonio con nadie, ya veía a mi madre resignada resoplando en el sofá , de seguro que se encontraría pensando qué hizo mal para que ninguna de las dos quisiéramos casarnos. No pasaba lo mismo con mi hermana Sophie quién tenía como único propósito en la vida casarse y ser una buena esposa.

Una voz, que estaba casi segura de que no se trataba del árbol en el cual estaba yo oculta, logró que abriera uno de mis ojos para ver a quién pertenecía. Allí parado no tan lejos de mi se encontraba un hombre lo bastante joven y elegante como para encontrarse en el bosque. Abrí el otro ojo y me senté observando detenidamente que tenía aquel en su mano. La cara de él me lo decía todo, me lleve una mano a la boca para contener una carcajada, no consideraba pertinente reírme en su cara. Pase saliva y me compuse, tenía que aparentar, por lo menos, tener buenos modales.

-Señor, buenas tardes...Si, ese papel embarrado que usted tiene en su mano son de mi propiedad, ó al menos lo eran, por que tal parece que el viento los llevo muy lejos de mi y dio a parar a...sus pies ¿Me equivoco? La naturaleza utiliza formas extrañas ¿No lo considera así?.

Pregunte mientras alzaba la vista y miraba hacia el cielo, el joven señor consideraría que no me encontraba en mis cabales y de esa forma se marcharía murmurando alguna que otra cosa. Siempre utilizaba las mismas tácticas con todo hombre que se me cruzaba, no veía por que él fuera distinto a los demás.
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Mensaje  Lawrence Lovegood Sáb Dic 05, 2009 12:19 am

Alcé las cejas ante la cara que puso la muchacha al verme. ¿Me lo parecía a mi o intentaba contener la risa? Me ofendí un poco con ello porque realmente me había llevado un buen susto, pero también me hizo sonreir vagamente, aliviado. Además, cuando me habló de aquella manera sí sonreí más abiertamente.

- Entonces será la naturaleza la culpable de que mis pies, el derecho, más bien, haya echado a perder algo suyo.- contesté con un leve inclinamiento de cabeza.- Quizás ella considere todo un juego nuestro encuentro, y por ello el viento se ha atrevido a sacrificar uno de sus escritos para burlarse de mi considerándome el único culpable.

Mi imaginación ya volaba hacia ninfas y duendecillos que me llevaban hacia aquella muchacha en el corazón del bosque. A lo mejor ella misma era una diosa a la que había tenido la suerte de conocer... Cuando despejé mis ideas y me apoyé en la improbabilidad de mis pensamientos sentí curiosidad por descubrir la verdad.

- Espero que no sea demasiado atrevido por mi parte preguntarle qué hace sola en medio de un bosque.- inquirí mientras cambiaba el peso de mi cuerpo de una pierna a otra y jugueteaba con mi bastón.- Aunque me considero un hombre apartado de las novedades londinenses sé que los bandidos están a la orden de día y por aquí le podrían dar un buen susto.
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Mensaje  Caroline Mayfar Sáb Dic 05, 2009 1:00 am

Me quede, literalmente hablando, con la boca abierta, por lo general las personas colocaban unas caras muy cómicas y se alejaban lo más rápido posible cuando hablaba de cosas que no tenían sentido. Debía admitir que muchas veces detestaba aquella expresión, me hacían sentir un ser que no cabía en aquel mundo donde no tenía más opción que codearme entre ellos, a pesar de que muchas veces trataba de escapar de las fiestas que se hacían en las grandes casas. A papá lo invitaban por que era un médico respetable y educado, además mi madre era la que ponía todo para que alguna de nosotras encontráramos un marido de alta sociedad, adinerado. Parpadeé para salir de mi ensimismamiento, dedicándole una tenue sonrisa.

-No se preocupe joven señor que apareció del viento. No era tan importante para mi, he sido yo la descuidada que he dejado que las hadas del bosque se llevaran la hoja. Ha visto que aquellas mujercitas con alas le gustan demasiado crear travesuras.


Me gustaba la forma en la que utilizaba las palabras, podía notar que era un hombre muy culto y que tenía experiencia al utilizar y expresarse tan educadamente como lo estaba haciendo en aquel momento. Me limpié, en vano, algunas partículas de tierra y algunas hojas que se habían pegado en mi vestido.

-No me parece señor que sea atrevido preguntar algo tan simple. La curiosidad es un bichito que es travieso ¿No lo cree así?.

Me encogí de hombros, no me quería imaginar si se encontrará mi madre en aquellos momentos que diría, además que me regañaría por que no me encontraba en lo absoluto presentable. Mi cabello de seguro que se encontraría todo despeinado y lleno de pasto.

-Me gusta estar en la soledad del bosque, es reconfortante, además uno siempre puede escuchar las voces de sus pensamientos cuando se encuentra con la naturaleza...y ¿Usted señor? ¿Qué lo trae por estos rumbos? Supongo que no fue un duende y mucho menos el canto de una sirena, debido a que no nos encontramos en alta mar.

Una media sonrisa. Enmarqué una ceja y me acomodé mejor en el pasto, mientras lo observaba ¿Quién podría ser aquel misterioso hombre? Pero a veces era mejor estar en el anonimato, que el destino me sorprendiera.

-¿Quiere tomar asiento junto al árbol?
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Mensaje  Lawrence Lovegood Sáb Dic 05, 2009 6:55 pm

La joven me devolvió una mirada incrédula y aquello me hizo sentir algo incómodo. Quizás pensaba que se encontraba delante de una persona fuera de lo normal y aquello estaba tan mal visto en la cuidad... Pero sólo necesitaba echarle a ella un rápido vistazo para percatarme de que la joven tampoco era una dama corriente. Para empezar, pocas mujeres se dejaban caer en la hierba frondosa de un bosque con sus delicados vestidos. El cabello, de un tono rojizo casi irreal, estaba suelto y algo revuelto por el viento. Ningún moño recatado iba a estropearle la libertad a esa larga cabellera. Aunque debo admitir que lo que más llamó mi atención fueron sus pies descalzos. Si mi madre hubiese estado delante se habria desmayado al verla, sin duda.

- Sin duda son unos seres muy traviesos y hay que tener cuidado porque en ocasiones juegan con nuestros sentidos. Es posible que usted no cerrase los ojos por casualidad, quedándose indefensa entre tanta naturaleza.- añadí, siguiéndole el juego.

Me apoyé en el árbol, quizás a la espera de una invitación para sentarme, algo que me hizo soltar una irónica carcajada en mi interior por seguir con las formalidades en un lugar así.

- Yo le pregunto, señorita, porque sé de muchos que consideran pecado la curiosidad.- sonreí travieso.- Así que si me contase su pequeña historia evitará que mi alma sea corrompida por hoy.

Una vez contada la historia, me sentí más intruso todavía, pues sin duda yo era un factor en contra de su soledad, sin embargo, ella me invitó a sentarme y tuve que sonreir una vez más, agradecido. Me dejé caer a su lado sin quitarme siquiera la capa. Dejé a un lado sombrero y bastón y la miré.

- Realmente no sabría decirle qué me ha traido hasta aquí. Quizás sí han sido los duendes de mi cabeza.- solté una suave risa y miré al cielo.- Al igual que usted, prefiero las compañias más puras antes que el bullicio de Londres. Pero mentiria si dijese que no piso también la ciudad. Pero en las calles de Londres un pierde el hilo de sus propios pensamientos y se podría decir que hoy he venido hasta aquí con la intención de recuperarlos un poco.- levanté la hoja escrita y manchacha con mi huella y sonreí a la dama.- Aunque parece que he terminado encontrando los pensamientos de otra persona. ¿Era eso lo que escribia?
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Mensaje  Caroline Mayfar Sáb Dic 05, 2009 9:57 pm

Le sonreí abiertamente demostrando que me encontraba de acuerdo con lo que me decía, era cierto que en muchos casos el destino, hadas, duendes, Dios ó quién fuera que estuviera hilvanando nuestras vidas obraba de una manera misteriosa, colocándonos en nuestros caminos obstáculos demasiado complicados de superar y en otras cosas toparnos con personas que tenían algo de nuestra esencia como algunas que no tenían absolutamente nada en común. Por mi parte creía que un ser celestial manejaba nuestras vidas como si fuéramos títeres, pero había que ponerse de acuerdo con aquel para que te dejará ser un poco más libre pero ¿Quién podía considerarse del todo libre?. Yo a medias, sabía que al llegar a casa tenía obligaciones y que no podía descuidarlas, pero una vez hechas aquellas, yo era la dueña de mi tiempo, aunque a decir verdad, me lo quitaba todo mi hermosa gallina Maggie. Nombre que le había puesto por que tenía un cierto parecido con mi tía, una mujer de lo más desagradable y que estaba más que segura que su único interés en la vida es conseguir la fortuna que su marido tenía. Cada vez que veía al tío Albert me entraba en el pecho una lástima; Una parte de mi deseaba que hubiera encontrado otra mujer para llevar la vida que llevaba pero por el otro sabía que si no se hubiera casado con Maggie yo no podría disfrutar de sus extrañas historias. Yo no quería un matrimonio por conveniencia, yo quería uno por amor...aunque estar sola no era una mala idea, aunque se encontraba muy mal visto en la sociedad.

Meneé la cabeza suavemente para volver a situarme en la conversación, tal parecía que aquel señor joven estaba siguiéndome el juego como si fuera algo de todos los días, si que aquel era demasiado extraño y por una parte me divertía tratar de descubrir con quién era el que el destino ó quien fuera, me había puesto, esta vez en mi camino y por otra realmente me hacía sentir un tanto extraña.

-Oh! puede que tenga la razón señor, quizá querían llevarme a su hermoso mundo ¿Usted sabía que ellos viven dentro de los árboles? Nosotros los humanos no tenemos esa sensibilidad para percibir las cosas en su detalle, pero yo creo que si uno se acerca demasiado a un árbol puede llegar a ver las puertas. Entonces...debería darle las gracias, por que si usted no hubiera aparecido quizá yo no estaría aquí.

Realicé una leve inclinación con la cabeza para darle las gracias, era cuestión de educación, aunque más educado hubiera quedado si me levantaba y le hacía una reverencia como era de esperarse. Alcé las cejas, era verdad que la curiosidad, el deseo y no sé cuantas cosas más se los consideraba pecados, tal parecía que todos debíamos hacer, pensar y sentir lo mismo como si todos fuéramos la misma persona. Cosa que yo estaba sumamente en desacuerdo, si no existía la desigualdad, los defectos y los sentimientos, el mundo no tendría gracia alguna.

-En esta época todo se considera pecado. No hay que hacer enojar a nuestro Dios y mucho menos dale demasiado trabajo a los ángeles de la guarda, pero algo de diversión hay que tener. Para mi, señor, no se considera un pecado la simple curiosidad, es más yo la considero divertida...

No puede evitar dejar escapar una risilla, tal parecía que se sentía complacido al sentarse en el pasto ¿Quién no se sentiría tan feliz de sentir algo tan encantador como la naturaleza misma?. Pero también percibía que el señor tenía sentimientos contrarios. Me encogí de hombros, estaba segura de que mi imaginación jugaba conmigo.

-Ah! entonces se podría decir que usted es un hombre de mundo, pero que tiene una parte de usted que aún no puede dejar su lado natural y que necesita un poco de esto...

Dije mientras alzaba los brazos y le mostraba el hermoso bosque con sus árboles de copas bien altas, algunas flores estaban alumbradas por un hilo de luz que se filtraba de algunos huecos de los árboles, todo tan tranquilo con su brisa suave.

-Admito que yo también he ido a la cuidad, pero solamente de compañía ó para ir a visitar a un familiar, otra opción no queda que pasar por allí. No podría vivir en algo tan superficial como lo es allí, todo parece tan irreal, todo el mundo es poco agradable y si no...trata de serlo por el simple hecho de ser respetuoso. No soporto la hipocresía...

Me había dejado llevar y hablaba cosas sin sentido, a decir verdad siempre decía cosas que jamás tenían sentido algo, era sorprendente que un joven como el que se encontraba sentado junto a mi, pudiera rescatar alguna de las palabras que mi boca lanzaba. Se notaba que además de ser guapo, era inteligente y muy educado. Asentí con la cabeza cuando alzó nuevamente el papel embarrado, eso era lo que contenía aquello.

-Así es, escribo lo que pienso, lo que me pasa en los momentos que estoy aquí ó cuando estoy en mi casa y m siento demasiado abrumada. Es por eso que muchas veces me escapo para sentir el pasto, los millones de olores que hay aquí y que no se encuentra en ningún otro sitio...es...como estar en otro mundo.

El problema era luego regresar y que todo aquello realmente pareciera un sueño que a veces era complicado alcanzar. Además, y una cosa que no le decía al joven, era que me escapaba de una visita poco agradable para mi, un hombre que ante la vista de cualquiera era un ser detestable. Mi semblante cambio un poco al recordar aquel rostro.

-¿Vive muy lejos de aquí señor? ó ¿Usted es el rey del bosque?


pregunte quitando algunas pensamientos de mi cabeza, no quería saber, por el momento, como se llamaba, pero quería saber de donde venía, y que lo había traído hasta aquí. Quería conocer toda su historia, pero debía ser respetuosa y esperar a que él me diera la señal para hacer las millones de preguntas que se agolpaban en mi cabecita.
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Mensaje  Lawrence Lovegood Dom Dic 06, 2009 6:43 pm

La situación cada vez me parecía más increible. Ambos estábamos sentados bajo el árbol y los dos hablábamos de duendes y hadas como si estuviesemos hablando del tiempo. Nunca había entablado una conversación así, normalmente me lo guardaba todo dentro. Era una costumbre que adquirí desde niño. A los siete años, mientras una doncella me leía un cuento sobre el tema en cuestión, yo dije abiertamente que creía en aquel mundo. La mujer me miró con dulzura y me dijo con total tranquilidad "Estos seres no existen, señorito. ¿Acaso ha visto alguno desde su ventana?". Yo le contesté que tampoco había visto a Dios y siempre decían que era real. La mujer me miró con ojos desorbitados y salió de la habitación. Fue mi madre la que entró después y me reprendió por poner a Dios a la altura de los personajes de cuento. Yo acepté su argumento sin más, pero cada noche buscaba algunos indicios de que estaban equivocados por la ventana de mi cuarto.

Cuando uno crece ya ha asumido cuertas verdades, pero también es capaz de creer en lo que quiere creer. Y yo, personalmente, prefiero un mundo donde se pueda creer en lo imposible.

- Realmente deberia agradecermelo con toda su alma, señorita, porque estoy seguro de saber cual era su plan.- bromeé dejándome llevar.- Un duende la ha visto y se ha enamorado locamente de usted, por eso la han engañado y pretendían sumirla en un sueño eterno, donde terminaria uniéndose a las raices de este árbol y así, el duende la tendría para siempre. Pero entonces el viento no es enemigo, porque él ha advertido el peligro que eso llevaba y me ha atraido.

Después de esta historia, si la dama no creía que estaba loco era posible que realmente fuese una excelente compañera de conversaciones fuera de lo común. No pude evitar imaginándonos juntos en un salón de té de la cuidad hablando de lo mismo y aquello me hizo sonreir una vez más. Claro, que aquello sí era imposible, puesto que pocos salones de té estaban destinados a ambos sexos.

- En mi opinión, nada es pecado hasta que la persona que lo realiza o lo diga lo crea pecado. Por ejemplo, los niños desafortunados que roban para comer no creo que lo consideren pecado. Al igual que el rico que come más de lo que necesita para vivir, tampoco se replantean que eso sea pecado, aunque la gula en sí es uno de los siete capitales.- como me estaba llendo por mis propios pensamientos una vez más asentí con la cabeza y le sonreí- Pero sí, tiene razón. No hay que hacer enojar a Dios, así que consideremos la curiosidad como un inocente divertimento entre dos personas que se acaban de conocer y sólo intentan comprenderse entre sí.

No me sorprendía saber que a la dama no le gustaba la cuidad ni sus habitantes. Al parecer tenia más manías que yo mismo respecto a todo lo que había a su alrededor. Solté una suave risa.

- Más que un hombre de mundo, soy un hombre de mi mundo. Y a veces en mi mundo necesito esta paz, y otras veces necesito la ciudad. De todas maneras, usted no está a gusto en la ciudad porque no ha ido con la compañía adecuada. Algún día la invitaré a dar un paseo por las diversas tiendas y ya verá que divertido es estar físicamente allí y psíquicamente en un lugar distinto. No me gusta presumir, pero me creo capaz de enseñarle el lado bueno de Londres.

Aunque lo dije con serenidad, poco tardé en darme cuenta de lo inapropiado que era haber dicho aquello. Ni siquiera sabía en nombre de la muchacha y esperaba que ella siguiera sin considerar aquello como un comportamiento escandaloso por mi parte. Carraspeé y dejé el papel que aun tenia en la mano junto a los demás.

- Así que escribe sus pensamientos cuando está en su mundo privado. Ahora sí me siento un intruso. Le agradará saber entonces que mi huella tapó sus confidencias antes de que pudiese leer algo. Sus secretos siguen estando a salvo.

Alcé las cejas ante su última pregunta y sonreí abiertamente de una manera más real.

- Mi querida señorita, si realmente fuese el rey de este bosque, en lugar de haber privado a los duendes de su deseo, habria dejado que este viejo tronco se quedase con usted para así tener su alma como compañía. No... yo solo soy un visitante del lugar. Vivo cerca,eso sí, en unos terreros que compré hace poco cuando llegué desde Bath. ¿Y usted, ha venido desde muy lejos?
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Mensaje  Caroline Mayfar Lun Dic 07, 2009 6:37 am

Deje que apareciera una media sonrisa, realmente me sentía complacida ante tan grata compañía. Por lo general de duendes y hadas hablaba con mi tío Albert, quién había sido el impulsor de que a mi me agradaran tanto aquellas historias. El misterio que le ponía a cada nueva historia que él nos contaba cuando venía de visita. Recordaba que cuando era niña yo consideraba que mi tío había sido una especie de rey de los duendes y que las historias que me contaban eran siempre veridicas, pero con el paso del tiempo, comencé a notar que eran inventadas, que cada vez que nos veía siempre tenía en su mano un pequeño papelito con una historia nueva. Varias veces, cuando se quedaba dormido en el sofá con un libro abierto sobre sus piernas, veía botado cerca de él un papelito bien doblado, al desdoblarlo, se leía claramente el cuento que nos había relatado horas más tarde. Mi querido tío, es para mi una fuente de admiración, aquella que aunque me contaran que se trataba del peor villano de todo el mundo, mi punto de vista hacía él jamás cambiaría.

Me reí suavemente ante el comentario del duende, de algún modo debía agradercele al joven por haberme "Salvado" del duende. Me coloqué de rodillas a el pasto y me acerque a él para alcanzar mis labios a la mejilla del señor, le planté un beso suave y tierno, simplemente de agradecimiento, esperaba que aquel joven no pensará mal de mi. La reputación de una señorita era muy importante.

-Es mi forma de agradecimiento señor, muchas gracias por haberme salvado del duende, no se tome a mal mi forma de demostrar mis mas sincero agradecimiento. No soy una libertina y mucho menos una mujer que provoque a los hombres. Si se ha ofendido y desea marcharse yo no lo detendré, pero si lo he hecho señor, le pediré que me disculpe.

Esta vez hablaba muy enserio, no quería que aquel, que tan amablemente se había quedado a charlar conmigo, se marchará enojado por un simple arrebato de agradecimiento. En esta época todo se veía mal y comprendía que las mujeres no éramos seres pensantes, si no más bien debíamos estar a la sombra de los hombres, algo que en mi parecer no era correcto, pero una sola persona, como lo era yo, no podía cambiar el mundo ni las leyes por que me encontraba en desacuerdo. Tenía la misma opinión al respecto de los niños que eran desafortunados en su vida, era una de las cosas por el cual no me gustaba ir a la cuidad. Ver a los niños pidiendo un poco de compación. Yo, por mi parte, no era de esas niñas ricas que malgastaban el dinero, más bien mi padre dedicandose a la profesión de médico no ganaba demasiado, aunque no debía quejarme de la buena vida que llevabamos. No había que pretender algo más de lo que uno no tiene.

-Creo que tiene toda la razón, hay tantos pecados por el mundo, pero si se pone a pensar el humano no sería humano si no cometiera errores. ¿No lo hizo Adam y Eva en su momento? Ellos viviendo en el pareído pecaron al tomar la manzana prohíbida. No sé por que pero considero que nosotros, los mortales, somos algo repetitivo con nuestros errores. A pesar de que ya los cometímos, estamos dispuestos a volver a cometerlos...Creo que me he ido de tema...le pido disculpas.

Le sonreí, jamás abordaba siempre el mismo tema, y era así como me perdía den las conversaciones, muchas veces en las fiestas que se daban, siempre terminaba hablando sola ó simplemente a un lado del salón mientras veía como mis hermanas se divertían bailando con algún señor de clase alta ó algún capitán. Su risa era igual de suave que su mirada, aquella que me decía claramente que era un buen hombre, me sentía realmente honrada de tener semejante compañía cerca de mi.

-Por supuesto que aceptaré su invitación a pasear por la cuidad de Londres, le daré una sola oportunidad a la gran cuidad, si veo que no me gusta ni un poco deberá desistir señor por que cuando me pongo terca es bastante complicado sacarme de allí. ¿Qué lugares frecuenta más en la cuidad?

Esperaba que no se tomará a mal mi atrevimiento en preguntar aquello, mis ojos azules se encontraban prendidos en los gestos del señor que me parecía muy interesante, también rezaba, para mis adentros, que no se sintiera realmente incomodo con aquello. Lo que menos quería era ofenderlo. Le sonreí y me encogí de hombros.

-No me hubiera importado si usted los hubiera leído, si fueran realmente importantes los hubiera cuidado mejor, pero aparentemente quería que mis sueños volaron por única vez. No me gusta tener prisionero a mis pensamientos y secretos. ¿Usted que hace con sus pensamientos? ¿También los deja libres?

Ladeé un poco el rostro para que me diera un rayito de sol, me gustaba acercarme un poquito y ver que el aire tenía diferentes colores que formaban aquel rayo. Quizá mi imaginación me jugaba una mala pasada y veía cosas que realmente no existían, pero de todas formas me encontraba contenta de ver algo así. Lentamente giré la cabeza para mirarlo, un rubor apareció en mis mejillas ante su comentario que desapareció al mismo momento que le sonreí.

-Yo creo que si el árbol me mantendría prisionera no duraría demasiado. fácilmente se cansaría de mi y me pediría por favor, que me marchará y que jamás regresará. Así que vive por aquí cerca. Me han dicho que Bath es un hermoso lugar, no lo conozco, pero espera hacerlo algún día. Yo no vivo tan cerca del bosque, pero si me voy temprano de casa llegó aquí en una hora, y luego volveré de la misma forma. Me gusta ver cuando el sol se oculta. Es en ese momento que me vuelvo a casa. Y cuando llueve, a pesar de que a mi madre no le gusta, me fascina ocultarme debajo de un árbol y que algunas gotas de lluvia caigan en mi cabello y ¿Sabe lo que más me gusta?


Lo miré con una sonrisa en el rostro, realmente me sentía complacido y emocionada al compartir uno de mis grandes secretos con alguien que a penas conocía pero ¿Cuántas veces yo podría cruzarme con aquel señor? Las probabilidades eran pocas. Le iba a revelara un secreto que ni a mi hermana más querida le había contado.

-Oler el olor a pasto cuando la lluvia ha terminado. Ese aroma que se mezcla con la tierra y que inunda los pulmones. ¿A usted le gusta caminar bajo la lluvia? ¿A qué se dedica en sus ratos libres?

Pregunte realmente emocionada, aunque...pensándolo bien, volvía a cometer otra falta, estaba siendo demasiado confiada con alguien que no conocía y que no sabía que podía ó no ofenderle. Parpadeé y me quede con la boca cerrada y el ceño fruncido, mientras mis manos se encargaban de arrugar mi vestido.

-Siento mucho señor al ser tan efusiva. Le pido de nuevo disculpas.
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Mensaje  Lawrence Lovegood Lun Dic 07, 2009 9:08 pm

A pesar de que hacia un poco de sol sentí los labios de aquella dama frios cuando se posaron repentinamente en mi mejilla y se retiraron tan pronto pudieron. No pude evitar fijarme en ellos después por un momento. Allí estaban castos e inocentes, como si no hubiese ocurrido nada y aquello me hizo sonrojar un poco.

- De ninguna manera habria pensado que es usted una mujer provocadora y libertina.- sonreí ante su explicación deseando que mi sonrojo hubiese pasado desapercibido bajo las sombras del árbol.- Y no se preocupe porque no me tomaré a mal su agradecimiento, sino más bien me siento dichoso por haber recibido algo tan especial. Ahora me siento obligado a salvarle la vida una vez más, porque su presente ha sido muy generoso.- bromeé haciéndole una pequeña reverencia.

En aquel momento no entendía a los hombres que se divertian con varias mujeres a la vez y no tenian escrúpulos de entregarse constantemente al placer más morboso sin estar enamorados, pues estaba seguro de que esos hombres serian capaces de sentir absolutamente nada ante un beso inocente como el que yo había recibido. Como no quise darle más vueltas al tema tampoco para que ella no se sintiera incómoda desvié la mirada y me pasé una mano por el cabello, revolviéndolo un poco sin querer. Dejé mis pensamientos vagar unos instantes hasta que volví a aferrarme a la conversación.

- No se preocupe, no me cuesta en absoluto seguir su conversación. Es cierto que los mortales no sabemos aprender de los errores del pasado. La primera guerra que se realizó en la historia de la humanidad debería haber servido de ejemplo, pero sin embargo muchas más guerras la han seguido. Y como usted dice, Adán y Eva cometieron un error muy común entre nosotros. Pero yo creo que aquello no deberia considerarse malo. Sí lo fue desafiar al Señor, por supuesto, pero volviendo a nuestro anterior tema, también fue simple "curiosidad".

La perspectiva de pasear por Londres con aquella muchacha me agradaba bastante. Su compañia me entretenia mucho y estaba seguro de que todavía me iba a sorprender con más cosas. Casi podía imaginarme la cara de mi mayordomo Thomas el día que tuviese que decirle que iba a pasear con una señorita. Todas las personas que estaban a mi servicio se pasaban el día diciéndome que debía salir a hacer más vida social porque ya se hablaba algo mal de mi. Aunque a mi eso me daba igual, claro. No queria la compañia de esta dama por algo así.

- Intentaré hacer que su visita a la ciudad sea agradable y si usted decide que no le interesa, prometo llevarla a su casa en el acto o a algun otro lugar que le atraiga, pues seria de muy mala educación obligarla a pasar una tarde aburrida. Yo, sinceramente, el lugar que más frecuento es la biblioteca. Hace dos días estuve paseando por el parque y poco antes de compras. Pero no suelo frecuentar tanto las tiendas. Estos días sí lo hago porque se casa la hija de una buena amiga de la familia y estoy ayudando con las preparaciones para la ceremonia que se realizará en la abadía.- expliqué, refiriéndome a la boda de la hija de mi ama de llaves, a quien le tenia un gran aprecio.- Y contestando a su otra pregunta, lo cierto es que no suelo tener mucho control sobre mis pensamientos. Ahora que lo dice me avergüenza un poco pensar que nunca he tenido la buena idea de escribirlos.- añadí haciendo una leve mueca.- Simplemente están en mi cabeza y se hacen más intensos dependiendo de la situación. En ocasiones puedo concentrarme mucho en algunos temas (mi lectura, conversaciones...) pero otras veces ellos se anteponen a todo eso y mi despiste causa más de una situación incómoda.- sonreí algo azorado. Era la primera vez que reconocía aquel problema del que todos me hablaban siempre.

Miré a la señorita, la cual se había quedado prendada de los efectos ópticos que el sol nos mostraba. Realmente en aquel momento me recordó mucho a mi mismo, aunque sin duda ella tendría más sensibilidad de yo para apreciar aquellas cosas.

- Si me permite una vez más el atrevimiento, reconoceré que nunca le habria asociado el gusto del olor a tierra mojada. Ahora me doy cuenta de que estoy equivocado, porque creía que usted seria más afín al sol y su calidez.- sonreí.- Pensaba que era una dama de fuego. Qué tonto de mí. Su cabello hace alusión al calor, pero sus ojos son la viva imagen del agua. La lluvia también es uno de mis mayores gustos, pero reconozco que prefiero su sonido. Me gusta más escucharla desde el hogar, sentarme en un sillón y perderme en mis pensamientos, sobretodo cuando hay tormenta. Pero la próxima vez que llueva probaré sus acciones, pues usted parece realmente encantada con ellas y eso me garantiza que me gustará.

Solté una carcajada más abierta y sonora al ver sus preocupaciones.

- ¿De verdad cree que me está molestando en algo con sus preguntas o su entusiasmo? Es normal que quiera saber a quien ha invitado a sentarse a su lado.- dije mientras arqueaba una ceja.- Puede preguntarme lo que deseé, pero pongo como condición que conteste también a las preguntas que yo le haga. Y aunque me gusta el misterio, soy demasiado curioso y creo que ha llegado el momento de saber con quien tengo el placer de mantener estas palabras.
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Mensaje  Caroline Mayfar Mar Dic 08, 2009 1:48 am

Me sentí realmente aliviada de que para aquel joven tan gentil y considerado, no pensará mal de mi, eso me hacía verlo con nuevos ojos, se notaba que él a pesar de ser muy culto e inteligente, no era de esos que pensaban mal las acciones que uno tenía. Admitía que muchas veces mi comportamiento no era el habitual de las otras señoritas, era por eso, que a pesar de llevar el cabello pelirrojo, desentonará además por mi forma de actuar. Despreocupada y hasta impulsiva. Varias veces había escuchado más de una regañada por parte de mi madre, quién no podía permitir que una hija de ella, armará semejante teatro delante de todo el mundo. Era así que por lo general en las reuniones de té, me pedían, antes de bajarme del carruaje, que no abriera la boca. Pero rara vez mis impulsos se mantenían atados y era de esa forma que se me escapaban algunas palabras que desagradaban a más de un invitado. Le agradecía a Dios por haberme topado con un joven señor que tenía ciertos parecidos a mi, aunque estaba conciente de que solamente en la espesura del bosque quedaría ese comportamiento. Ya me imaginaba al señor siendo de lo más cortés y educado como todos.

Parpadeé sorprendida ante las palabras que él lanzaba como si no importará más. Mi piel era blanca y era de esa forma que si me sonrojaba era más que evidente que se notaba. Ladeé el rostro un poco para que la sombra de la copa del árbol me salvará de tener que pasar nuevamente una vergüenza, mientras trataba de que aquellas aureolas rosadas se disiparan de mis mejillas.

-Ah! Por favor joven señor, no tiene por que salvarme de nuevo, por que si no estaría nuevamente en deuda con usted y sería una cosa interminable ¿No lo cree así?.

Lo miré de reojo mientras me regalaba una reverencia, no pude evitar echarme a reír, por toda la extraña situación que estábamos viviendo ambos. No sabía con exactitud cuales eran sus pensamientos acerca de todo aquello, pero podía ventilar los míos. Una historia que el día de mañana yo podría contar, aunque más bien sabía ó tenía la certeza misma, que cuando llegará a casa, tomaría de un brazo a mi hermana Amy y la obligaría a dar un paseo por el parque de casa. Allí, sin mencionar que la señorita de la historia era yo, le contaría aquel encuentro realmente extraño. Una media sonrisa apareció en mi rostro cuando observe cada movimiento de él, para mi era como un ángel que había aparecido en el bosque enviado por alguna misión que todavía no podía contarme.

-No estoy de acuerdo con ninguna guerra, mi señor, se que a la gente le gusta el poder y de la única forma que ellos pueden conseguirla, según su criterio, es mediante la masacre y la destrucción. No soy ilusa y se que con las palabras uno no puede salvar el mundo, pero me gustaría que todos pudiéramos, tratar por lo menos, de comprender al otro, de ese modo podríamos vivir todos en paz.

Me encogí de hombros, no me encontraba en contra de nuestros reyes, todos los admiraban y yo me consideraba uno de ellos. Pero debía de ser demasiado frustrante tener que gobernar todo un país entero y además no confiar ni en su propia sombra. Siempre se corrían los rumores de que alguien estaba en contra de la corona y que se trataba siempre de conspirar en contra de ellos.
Asentí con la cabeza, el joven se notaba a simple vista que tenía buenas intenciones y eso me daba la seguridad de respirar tranquila, por lo general no era yo la que salía corriendo, figurativamente, cuando se entablaba una conversación con alguien, eran ellos los que colocaban una extraña expresión en su rostro y con el pretexto de ir a darle la bienvenida a alguien que conocían desaparecían. Por un lado me sentía satisfecha, eso me daba tiempo de vigilar a mi hermana Amy, que al ser la más bella siempre se encontraba rodeada de caballeros que pedían que bailara con ellos una pieza. Y por el otro lado, sabía que terminaría sola con las locas ideas en mi cabeza. Meneé la cabeza para dejar que aquellos penosos pensamientos se retirarán.

-Estoy más que segura que usted cumplirá con su palabra. Pero estoy muy segura que me terminará gustando algunos sitios de la cuidad de Londres. Dudo mucho que sea una tarde y paseo aburrido, yo se que será todo lo contrario y en ese caso tendré que pensar un buen regalo para darle a usted por ser tan caballero y sobre todo por ser mi compañero de paseo.

Una boda, eran las fiestas que más me gustaban, aunque muchas veces no eran por amor y siempre se trataban el tema del dinero y del nombre. Si el caballero no pertenecía a la alta sociedad ó no tenía un buen título, no valían tanto la pena como para hacer una enorme fiesta. Deje escapar un suspiro resignada.

-¡Que lindo una boda! El otro día, que mi madre estaba fuera de casa, fui a escondidas a la boda de una de las criadas de mi casa, ¿Sabe lo que más me gusto?, muchos pensarían que el vestido blanco y diseñado afuera era lo más hermoso de toda la boda, además del caballero que tiene título y dinero que le dará una buena vida a la señorita. Pues no. Aquí no había vestidos caros y mucho menos un caballero con renombre. Simplemente dos personas que se querían y que cada vez que se miraban decían todo...

Una sonrisa apareció en mi rostro, con tan solo recordar aquella hermosa boda me hacían erizar el vello de la nuca. Ella era muy hermosa con su cabello oscuro y él, el criado de otra casa vecina, tenía unos hermosos ojos que solamente eran para ella. Deje escapar un suspiro, que esperaba que no fuera audible. Carraspeé y retome otro tema de la conversación.

-Disculpe...Usted dijo que le gustaban las bibliotecas. Esos son mis lugares favoritos. Mi padre tiene una en casa. Al principio no le gustaba mucho que yo tomará sus libros, pero creo que luego se resigno. ¿Qué le gusta leer señor?

Fruncí apenas el ceño, no podía imaginarlo a él despistado, era una imagen que no venía a mi cabeza. Me reí suave, esperando que no se tomará a mal aquella acotación sonora.

-No lo veía despistado señor. ¿Qué sucesos extraños suelen sucederle? Como...déjeme pensar. ¿Tirar una taza de té? Por que suele suceder que se le resbale de la mano aquella que es pequeña y por lo general muy fina. Ó...¿Decir dos veces lo mismo?, Ó ¿Tropezarse y caerse de bruces al suelo?.

Eras las cosas que a mi me sucedían a diario y que también lograban enfurecer a mi hermana, aunque sabía que a mi padre le divertía cada vez que a mi se me resbalaba, sin querer, una taza de té. Las palabras del joven señor me dejaron atónita, nadie en mi corta vida, me había dicho cosas semejantes.

-Me ha dejado sin palabras señor, jamás en toda mi vida me han dicho una cosa semejante a la que usted acaba de dejar escapar. Debo realmente felicitarlo por dos motivos. Uno, ha logrado que no pudiera contestar a aquello, pues las palabras se han desvanecido en mi cabeza y tengo la mente en blanco y dos...por su originalidad ¿Escribe versos?

Me tome el atrevimiento, sin decírselo a el joven, de pensar en él sentado en un sofá bordo, con la única luz procedente de un gran ventanal que lo alumbraba de perfil. La lluvia se dejaba no solo escuchar, si no además ver como pequeñas gotas se aferraban al cristal. Y Allí sentado absorbido por sus pensamientos, se encontraba aquel con su semblante serio y sus ojos tan brillantes como los tenía ahora mismo. Fruncí el ceño y deje simplemente que una mueca apareciera, como un relámpago, por mi rostro. Su carcajada, suave logró que me desprendiera de aquellos pensamientos un poco pecaminosos.

-Claro, con gusto contestaré a casi todas sus preguntas, pero pongo otra condición. Si alguna pregunta yo considero inoportuna puedo dejar de contestarla y lo mismo usted señor. Si cree inoportuna una de mis preguntas, tiene todo el derecho de callar ¿Se encuentra de acuerdo con eso?

Le sonreí, si tenía que hacer una buena presentación debía estar presentable, me levanté de inmediato, desprendiéndome de la naturaleza, solo mis pies desnudos tocaban aquel pasto delicado y frío. Me sacudí el vestido blanco con florcitas rosas, y trate de quitarme todas las hojitas que se habían prendido de mi cabello, lo peine, en vano, con mis dedos y le sonreí.

-Mi nombre es Caroline Mayfar, un placer señor.

Tome los dos lados de mi vestido y le presenté una reverencia adecuada para las presentaciones. Alcé nuevamente la vista y espere a que él me dijera también su nombre.
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Mensaje  Lawrence Lovegood Mar Dic 08, 2009 7:03 pm

No se me pasaron desapercibidos los tonos rosados que adquirieron sus mejillas ante mi propuesta, así que me vi obligado a rescatar una vez más a la dama entre risas, por lo menos a evitar que se sintiera cohibida en mi presencia por mis palabras.

- Entonces si con ello sólo consigo que usted se sienta más endeudada a mi persona, cesaré en mis intentos de salvar su vida. Pero si algun día se da el caso de que es una verdadera cuestión de vida o muerte, deberiamos pactarlo como excepción.- bromeé.- En ese caso no me quedaré de brazos cruzados y usted estará abstenta de agradecimientos.

Si tenia que describir a aquella señorita utilizaria sin duda la misma palabra que usaba la gente conmigo mismo: serena. No sólo porque no se tomaba las cosas a mal y me toleraba demasiado, sino porque parecia una muchacha capaz de sentir la vida con serenidad, sin pausas y sin prisas, sin importarle los pensamientos de las personas ajenas pero muy dispuesta con sus parientes y amistades. Todavía no sabia si estaba equivocado con ese pensamiento, pero de momento no me había demostrado lo contrario. Ni siquiera sabía si tenia hermanos, pero empezaba a sentir curiosidad por conocerlos si así era.

- Tiene usted razón. Es mucho pedir que todos seamos capaces de entendernos en este mundo. La historia de la torre de Babel es una muestra de ello.- admití pensativo. Habiamos tocado un tema que consideraba pesimista y siempre me hacia pensar. Sin embargo bajé la mirada hacia la tierra y sonreí de lado, con resignación.- Yo sí me considero iluso, pues así soy más feliz.- dije con sorna.

Ahora que lo pensaba, quizás aquel fuese un pensamiento cobarde. La miré de reojo un momento. Me podía haber expresado mal, pero tampoco rectifiqué porque sabía que aquella jueza no seria muy dura conmigo.

- ¡Por Dios, señorita! No tiene que darme nada a cambio de pasear conmigo. Los hombres somos los seres más perezosos y materialistas y creemos que con un ramo de flores o una cadena de oro ya compramos la amistad de una mujer. Pero ustedes están llenas de vida y su compañia es todo el regalo que necesitamos. En mi caso, me contentaré con volver a escuchar sus increibles historias y sus pensamientos.

Realmente me estaba atreviendo demasiado. Decía aquellas cosas sin pensar mucho en ellas, pero cada vez que callaba me daba cuenta de que si alguien estuviese haciéndonos de carabina como era lo normal entre dos solteros se estaria escandalizando y no tardaria en correr a contarle a mi madre mi desfachatez. Parecia que aquel árbol se estaba conviertiendo en el guardían de nuestros secretos.

Parpadeé un par de veces y sonreí ante sus suspiros. Parecia que habíamos ocado un punto sensible para ella y no pude evitar sonreir satisfecho.

- Ahora me siento fatal por creer que lo mejor de las bodas está en la belleza de las damas vestidas de blanco.- reconocí mientras me encogia un poco de hombros.- Claro que yo nunca he creido en los matrimonios de conveniencia y como espero que el mio no lo sea no me preocupo demasiado. De hecho, segun el título que obstento ya deberia estar casado y mis parientes solo me escriben para hablarme de algunas damas recién presentadas en sociedad. Yo me pregunto por qué alguna de ellas querria casarse conmigo si nisiquiera me conocern en persona.- hice una pequeña mueca pero después me animé.- pero le aseguro que la boda que se prepara en mi casa ahora mismo es por amor. Ambos trabajan para mi y se conocen desde toda la vida.

Recordé a Curdy, mi lacayo, cuando entró como un terremoto en el salón para decirme que le habia propuesto matrimonio a Cécile y ella había aceptado. Después de mostrarse tan entusiasmado y feliz se dio cuenta de lo que acababa de hacer y me pidió disculpas por no llamar siquiera a la puerta. Aquello me hizo reir mucho en aquel momento y aun sonrio al acordarme.

- Yo también me enorgullezco de haber conseguido una biblioteca amplia en mi hogar, pero seguro que la suya no tiene nada que envidiar a las demás.- afirmé.- me gustan mucho los grandes filósofos, sobretodo el mundo espiritual del que habla Platón. También me encanta aferrarme a las nuevas ideas de los románticos y los visionarios... últimamente estoy leyendo mucho a Dickens y al jóven Julio Verne. Y reconozco que cada seis meses releo las obras completas de nuestro magnífico Shakespeare.

No me avergonzaba decirlo, pero a la gente le parecia muy raro que recordase casi todos los diálogos de Hamlet.

- Lo que más me cuesta es escuchar. Aunque me interese mucho lo que me cuentan, soy capaz de evadirme sin darme cuenta y luego tengo que preguntar.- reconocí, deseando que no me ocurriese durante nuestra charla en ningun momento- También he escrito cartas que después no recuerdo haberlo hecho y las vuelvo a mandar. Mi pobre madre es quien suele recibirlas dobles y no sabe qué hacer conmigo.- bromeé.- ¿Usted sí que ha sucumbido a la frágil taza de porcelana? Porque ha mencionado eso muy convencida.

No tenia ni idea de que mis palabras pudiesen impactara tanto. Algo me decía que aquella dama debía recibir casi a diario algun cumplido sobre su precioso cabello o sus ojos, sobretodo si se había presentado en sociedad. Me removí incómodo también.

- Agradezco su felicitación, pero siento haberla incomodado. Y siento decepcionarla, si así lo creía, diciéndole que no escribo versos. Como le he comentado antes con mis pensamientos, suelo guardármelo para mis adentros todo. Y soy más propicio a leer versos que a inventarlos.

En el momento en el que ella se puso en pie la imité con educación. Esperé divertido a que se arreglase, aunque las hojas en el pelo le daban un aspecto muy hermoso y no tenia nada que envidiar a los peinados recogidos y elegantes que se solian ver por la ciudad. Ahora sí parecia una ninfa del bosque.

- Estoy de acuerdo con sus condiciones y le pido disculpas por adelantado si se da la casualidad de que una de mis preguntas la incomoden.- sonreí. Y le tomé la mano para besársela tras su presentación.- Encantado de conocerla, señorita Mayfar. Mi nombre es Lawrence Lovegood.
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Mensaje  Caroline Mayfar Mar Dic 08, 2009 8:40 pm

Recordaba la historia que el joven me mencionaba, la contaba siempre cuando papá se sentía realmente frustrado. Me partía el corazón verlo con el ceño fruncido, sentado en el sofá rojo vino que teníamos en la sala, aquella donde mi hermana Amy tocaba el piano, con una delicadeza digna de un ángel y yo llevaba conmigo mi violín. De esa forma, mientras mamá y Anne, mi otra hermana, cocían ó leían, nosotras dos producíamos música. Esa que a nuestro padre lo dejaba despegarse a diario de su trabajo, pero que de todas formas el mal humor y el ceño fruncido no se iban. Cada vez que lo veía en ese estado, yo me atrevía a preguntar “¿Qué tienes papá? Ese ceño fruncido y esa cara de pena, si que da más miedo que todas las tormentas que pueden llegar a presenciar estos dos ojos que poseo”, simplemente me miraba y respondía:

-«He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua, siendo este el principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros»; Mi padre nos contaba la historia que usted acaba de mencionar. Las primeras veces me reía, debido a que la pregunta que yo le hacía a él era otra a la que me contestaba. Luego...creo que comprendo un poco lo que me quiere decir.

Cerré los ojos y meneé la cabeza mientras me mordía el labio inferior, me tenía que dar cuenta de que estaba hablando con alguien que no me conocía en absoluto y viceversa, yo no sabía nada de la vida del joven y era por eso mismo que aquel no podría saber nunca de que estaba yo hablando. Abrí los ojos y le dedique una cálida sonrisa.

-Nosotros no tenemos una gran mansión, pero si una casa muy cómoda. Allí contamos con un saloncito de estar, donde mi hermana menor toca el piano, exquisitamente, mi otra herma lee y mi madre nos vigila como una gallina enfurecida. Mientras que papá se sienta en un sofá y dedica sus horas a pensar pero siento que no se encuentra muy conforme, entonces me permito un poco de curiosidad y le pregunto “ “¿Qué tienes papá? Ese ceño fruncido y esa cara de pena, si que da más miedo que todas las tormentas que pueden llegar a presenciar estos dos ojos que poseo” y él responde lo que ya le comenté.

Tomé un poco de aire, había hablado muy deprisa y esperaba que el joven no se tomará a mal mi falta de educación y además rezaba para mis adentros que aquel hubiera entendido alguna de las palabras que mi boca había escupido tan rápidamente. Le dedique una mirada mientras ladeaba el rostro y le sonreí, se veía, con los ojos puesto en la tierra y con aquella sonrisa que tenía todo el aspecto de una sonrisa de resignación, como un niño regañado por su madre. No pude evitar sonreír aún más con sus palabras.

-Todos necesitamos ser ilusos en nuestra vida, pero no sé si se podrá ser todo el tiempo, debido a que no hay gente muy buena esparcida por el mundo. Siempre uno se encuentra, en la vida, con cada personaje que asusta un poco. Y...espero que no ofenda mis palabras, observando a la tierra y con aquella sonrisa, me hizo recordar a un buen primo mío, al cual le tengo mucha estima, pero que por circunstancia de la vida lo veo muy poco.

Edward era un encanto de niño, no tan niño..., pero sus padres, mi tío, por parte de madre, quería que su hijo se convirtiera en soldado, enviándolo al exterior a estudiar aquello y además le había dicho que de la única manera que él le conseguiría esposa era que se convirtiera en el orgullo de la familia. Había escuchado, una de las tantas veces que “Sorpresivamente” se me caía un pendiente delante de la puerta, que estaba destinado a Amy. Cosa que yo estaba en desacuerdo.

-A mi las únicas flores que me gustan son las que adornan nuestros campos, bosques y parques. Por educación si alguien me regala un ramo de flores los acepto, pero no es una situación que me guste cortarle la vida a una pobre flor. ¿Le gustan las mariposas?

Pregunte mientras buscaba, desesperadamente, en la cintura de mi enorme vestido una hermosa mariposa que había cocido en mis horas de manualidades, a mi me gustaba todo lo que se tratará de la naturaleza y de la única manera que se me ocurría agradecerle aquellos buenos momentos al joven señor era regalarle tan bonita mariposa que estaba destinaba a mis cabellos. Por fin, y después de buscar, la encontré.

-¿Le gusta? Por que quiero dársela en obsequio por compartir sus hermosas palabras y por ser un buen compañero. Espero que acepte mi presente.

Estire la mano para que el señor la tomará con confianza, no podía yo tomarle la mano y colocársela como si nada, eso además de ser una falta de educación, además sería un descaro de mi parte y yo misma, luego, me reprendería por el acto. La mariposa era de tela, coloridas y de seda que yo le había pedido tan amablemente a una de las criadas que la fuera a comprar, en el medio llevaba atada con hilos una hermosa gema celeste.

-Quiero pedirle un favor señor...

Mi semblante se convirtió en hielo de inmediato, él parecía demasiado convencido de que su matrimonio no fuera por conveniencia, pero también había oído de sus propios labios que tenía un título que más de una mujer quería aferrarse como arañas a su presa, de alguna forma u otra las personas cambiaban siempre de opinión y quería, a pesar de que quizá no lo viera nunca más al joven, que me prometiera algo antes de que nuestro mundo rodeado de árboles se desvaneciera.

-Que no desista de esas palabras, que las cumpla, que se case por amor y no por el dinero. Y si nos volvemos a ver...que me invite a la boda por que sería hermoso para mi ver a la afortunada que pasará el resto de su vida con usted.

Amaba las bodas y más si era de alguien a quién yo, a pesar de llevar muy poco tiempo hablando y que casi no conocía nada de su vida, lo consideraba un amigo. Mi alma no podría sentirse más feliz de ver a la mujer que lo llenaría de dicha y alegría. ¿Sería descuidada y de malos modales si le pedía, además, ser una de las madrinas de alguno de sus hijos?, meneé la cabeza, mejor dejar las cosas como estaban.

-“La mayor declaración de amor es la que no se hace; el hombre que siente mucho, habla poco.” Me gusta Platón, se puede sentir la fuerza que decía ante tan bellas palabras. Oh! Shakespeare, como me gusta. A pesar de que los finales son trágicos, son tan románticos.

A mi me gustaba leer de todo, aunque debía admitir que me llevaba mejor con los libros de historia y los románticos. Mi curiosidad era muy amplia, que si se me presentaba tan solo la idea de saber donde quedaba mi país, podía leerme una enciclopedia entera. No deseaba reír ante su desgracia, pero el impulso fue más fuerte que la razón y una risita se dejo escapar.

-Estoy casi segura que cuando le envía dos veces la carta a su querida madre, le contará cosas distintas, así que no se puede decir que escribe dos veces lo mismo. Y todos necesitamos a veces dispersarnos, por que alguien lanzó una palabras que esa lo deriva a un hermoso ó terrorífico recuerdo, ó el simple hecho de recordar algo y no prestar la atención que es debida. Y así es, las pobres tazas de té que están en mi hogar, me temen.

Sonreí, eso me sucedía por ser tan despistada con las cosas que eran frágiles. Me sentí mucho peor al verlo removerse incómodo en la tierra, luego me reprendería, en la soledad de mi habitación, por haberlo hecho. Un joven tan gentil no debía ser tratado de la forma en la que lo estaba haciendo yo.

-Disculpe el atrevimiento, pero debería escribir los versos, es un don señor el que lleva.

Y otra vez volvía a ser mal educada ¿No era mejor que un enorme hoyo se abriera en la tierra y me tragará? De esa forma podría dejar de hablar tantas incoherencias como en aquel momento. Sentí la calidez de su mano al tener contacto con la mía, y también sentí como los labios del joven señor rozaban el dorso de mi mano. Me quede asombrada, pero aparté aquel sentimiento tan rápido como había llegado.

-El placer es todo mío señor Lovegood...Love...

Quizá parecía una desquiciada pronunciando dos veces el apellido del señor, pero por extraño y maravilloso que fuera, aquel nombre me parecía sumamente familiar pero ¿De dónde?. Fruncí levemente el ceño y trate de recordar de donde lo había escuchado con anterioridad. Quizá alguna de mis hermanas había sido capaz de nombrarlo...abrí bien grande los ojos y la boca y lo miré sorprendida.

-Usted...Usted es el señor que mi madre hablaba la otra vez “Han comprado la hermosa mansión que hay cerca de la nuestra”

Dije mientras imitaba la voz de mi madre, mientras una suave carcajada se desprendió de mis labios. Mientras mis hermanas y mi madre, de seguro estarían realizando conjeturas poco acertadas, yo podría decirles que lo había conocido e inventarles alguna historia alocada, de esa forma podría divertirme con las expresiones.
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Mensaje  Lawrence Lovegood Miér Dic 09, 2009 10:52 pm

Sin sonar presuntuoso, no me extrañama lo más mínimo que mi apellido le hubiese llegado a los oidos ya, pues así funcionaba la sociedad londinense. Cuando un nuevo inquilino se incorporaba a la ciudad todo el mundo lo sabía. Sonreí complacido por las palabras que me transmitió de boca de su madre.

- Dele las gracias a su madre cuando la vea, pues pocas personas dirian que la casa es hermosa.- sonreí.- Así que vivimos cerca...

Lo dije sin pensar y pudo sonar extraño, pero para mí tenia sentido. Ahora sabía donde encontrar a la señorita Mayfar y podía hacerles llegar con rapidez alguna invitación para tomar en té.

Volviendo a los temas de los cuales hablábamos antes de la presentación, alcé ambas cejas admirado por la precisión de sus palabras.

- Tiene una memoria admirable, señorita Mayfar. Y veo muy comprensible que siendo más joven no entendiese del todo lo que queria expresar su padre con esas palabras. - escuché con atención la descripción detallada de su vida privada, lleno de curiosidad que podía hacerme parecer maleducado, pero es que cada vez estaba más interesado por aquella familia.- Bueno, espero que no piense que soy de esos que juzgan a las personas por el tamaño de su casa.- dije soltando una pequeña carcajada.- Su padre parece un hombre muy sabio. ¿Su excelente educación se debe a él?

Después de pensarlo, sentí que ella me estaba confiando a mi más cosas de las que yo le contaba a ella, así que decidí sincerarme también un poco.

- Como ya sabe, yo compré la abadía que está cerca de su casa. No somos muchos viviendo en ella. Solo estoy yo y la mitad de mis criados y doncellas, pues los demás se quedaron en Bath con mi madre. Como somos pocos y nos conocemos de toda la vida, siempre comemos, cenamos y tomamos el té juntos. Hay muchas habitaciones para invitados y ofrecí a cada uno de ellos un cuarto a elegir. Salvo por el hecho de que no me dejan acercarme a las cocinas o a los objetos de limpieza vivimos como una gran familia.- reconocí con una suave carcajada.- Si mi madre nos viera... Es una gran mujer, pero siempre tuvo la necesidad de que las cosas estuviesen, digamos...'en su sitio'.

Lo bueno que tenia ser conde tan joven y haber heredado una gran fortuna era que nada ni nadie me diria qué hacer. Había notado tanto la libertad que algunas noches rezaba para que no se me subiese el poder a la cabeza y acabase convertido en un engreido.

- Es usted una dama muy comprensiva conmigo.- dije inclinando nuevamente la cabeza.- ¿Su primo está en el estranjero o no lo puede ver por otras circunstancias?

Mi imaginación voló hacia un hombre que se había casado con una mujer que no aceptaba a la familia Mayfar y por ello Caroline no podía escribir ni acercarse a su querido primo.

Anoté en mi cabeza que nunca debía regalarle flores para que no me considerase un asesino de la naturaleza que tanto amaba. Yo, que me consideraba también un amante de ésta, sin embargo, me había pasado parte de mi niñez arrancando ramos para mi madre en el jardin. Ahora me daba cuenta de la gran traición que hacian mis actos a mis ideales.

- A las mariposas las considero el arte de la creación. Por muy hermosos que sean otros seres vivos, ninguno posee esos colores tan mágicos.- reconocí encantado.- ¿Nunca le ha pasado la situación de estar sentada en el jardin y ver a una pasar y quedarse atrapada por su vuelo durante un rato hasta que se da cuenta de volver a sus quehaceres?- expliqué mientras observaba la labor que me ofrecia.

Cuando dijo que me la queria obsequiar alcé la cabeza sorprendido. Seria una gran falta de educación no aceptarla, así que me alegré de que de veras me gustase el presente y no tuviese que quedármela por obligación. Me imaginé la cara de Curdy cuando se lo enseñase. Seguro que no le faltaria tinta y papel esa noche para escribir a mi madre.

- Es un detalle muy hermoso por su parte.- Tras sus siguientes palabras sonreí travieso mientras doblaba con cuidado su regalo y me lo guardaba en el bolsillo del chaleco que llevaba bajo el abrigo.- Le prometo por la Iglesia, por la mismisima reina Victoria y por todo lo que más aprecio en este mundo que nunca me casaré con alguien que no haya llegado antes a mi corazón que a mi fortuna, Caroline.- sentencié atreviéndome a llamarla por su nombre.- Y por supuesto que toda la familia Mayfar estará invitada. Si lo desea puede asistir a la ceremonia que tendrá lugar la semana próxima.

Quizás era una invitación demasiado descarada y esperé que su padre no pensase mal de mi por invitar a su hija a una fiesta sin haberle presentado primero mis respetos a él. Aunque seria emocionante que ella asistiese sin avisar de ello. Shakespeare, Platón y su risa cantarina me sacó de mis ensimismamientos y sonreí.

- ¡Intenta mostrarse comprensiva cuando realmente se divierte con mis palabras!- bromeé.- Yo, sin embargo, soy bondadoso y me compadezco de su juegos de té. ¿De veras es capaz de quedarse tan absorta que puede dejar escapar una taza de su mano?- inquirí asombrado.
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Mensaje  Caroline Mayfar Jue Dic 10, 2009 1:22 am

Así que el hombre que tenía frente a mí era nada más y nada menos que el misterioso “vecino” que Todas las criadas querían saber de quién se trataba, muchas decían que era un señor ya entrado en edad, viudo y sin hijos, muy amargado y con los dientes amarillos, otras decían que parecía un príncipe con el cabello largo y oscuro, y que además era muy cortés. Yo viéndolo con mis propios ojitos, podía decir que si, que era un príncipe que estaba segura que en cualquier momento se convertiría en sapo. Me reí de las ocurrencias, no solamente mías, si no la de los trabajadores de casa, eran realmente encantadores, sobre todo Clementina, mi querida Nana.

-Menos mal que puedo verlo con mis propios ojos señor Lovegood, por que en mi hogar se rondaban un par de cuentos un poco extraños. Algunas decían que usted era un señor anciano que tenía los dientes amarillos y muy amargado. Mientras que otras...


Me tape la boca con la mano, aunque mi deseo era echarme a reír con una carcajada, pero sabía que eso no era digno de una señorita y que además, si bien ya conocíamos nuestros nombres y él una parte pequeña de mi vida, todavía no era prudente ser tan descortés.

-Decían que era un príncipe encantado...estoy segura que cuando me de la vuelta para volver a mi casa, usted se convertirá en sapo. Si llega a ser así y no tiene hogar, puede venirse a vivir a mi casa, tengo una gallina que le parecerá encantadora.


Bromeé, esperaba que Lawrence no se lo tomará a mal, aunque debía admitir que llevaba con él un bonito nombre. Me sonreí cuando él dejo escapar la carcajada, si mi padre lo viera, estaba segura que entablarían una buena relación.

-Así es señor Lovegood, mi padre y mi tío Albert son los que siempre se encuentra encima nuestro para que seamos un poco más cultas de las señoritas de ahora. Aunque mamá no se encuentra del todo de acuerdo, no puede permitir que unas señoritas tengan pensamientos propios. Usted debe de haber estudiado en una escuela muy bien instituida ¿No es así? ¿Dónde fue?

Era verdad que a mamá no le gustaba que mis hermanas, sobre todo yo, estudiáramos mas de la cuenta, debido a que se asustaba que nosotras poseamos pensamientos propios y opaquemos a nuestros maridos, siempre nos hacía la misma pregunta ¿Ustedes piensan que un caballero querrá casarse con un ser pensante? Al cual yo siempre respondía “No deseo casarme madre”. El escándalo que se armaba en casa, papá, el muy cobarde, se escapaba para salir airoso de la situación.

Lo presté con suma atención, memorizando cada una de las palabras, se abriría a mi y me contaría algo relacionado con su vida ¿Qué más me podía hacer feliz? Bueno...que lloviera, pero eso lo veía bastante improbable. Por lo que me contaba se veía que era un hombre bueno y generoso, que a pesar de que tenía con él fortuna y un título, la compartía con los demás que él consideraba que era justo. Aquello me hizo tenerlo aún más en el pedestal que yo misma había decidido ponerlo.

-Se ve, que usted es un hombre muy generoso y de buen corazón. Apuesto a que toda su familia debe ser igual de encantadora, a pesar de que a su señora madre le guste que todo este “En su lugar” ¿Qué madre no quiere el bien estar de sus hijos? También estoy segura que todos sus criados lo quieren mucho...y ¿Qué hará cuando se madre le caiga de sorpresa en su casa y vea todo eso?

Pregunte solamente por curiosidad, esperaba y rezaba para mis adentros que eso no sucediera, estaba segura que la señora madre del joven Lovegood escribiría antes de caerle de sorpresa, por lo general eso no estaba muy bien visto y era de mala educación presentarse a una casa sin ser invitado.

-Mi primo Edward se encuentra en el extranjero estudiando, he escuchado por ahí que algún día será el esposo de mi hermana Amy, cosa que yo me encuentro en desacuerdo, aunque él de verdad siente algo por mi hermana. No es que sea cruel ni nada por el estilo, pero no sé si algún día Edward pueda llegar a conquistar entero el corazón de mi hermana menor.

Le estaba contando demasiado sobre mi familia, algunos detalles que eran íntimos, pero me hacía sentir en confianza y esa era la única razón por la que permitía a mis palabras salir y que le llegaran a él. Esbocé una sonrisa muy amplia, tal parecía que, al igual que a mi, le gustaban las mariposas y realmente me había pasado una cosa así, cuando realizaba algún quehacer en mi casa.

-¡Si! Me ha pasado infinitas veces, es así como me he pinchado un dedo, me he manchado con óleo, ó me he tirado té encima...si...usted tiene toda la razón, soy el despiste con piernas.

Me eché a reír, si bien el joven Lawrence parecía distraído en ciertas ocasiones, se podía notar que poseía los pies en la tierra, no como yo que volaba más alto. Me sentí muy feliz que él aceptará mi regalo.

Pase saliva, no por sus palabras, si no por el echo de que me llamará por mi nombre de pila. Por lo general no estaba bien visto, a menos que las personas fueran muy allegadas ó si yo le daba permiso, y ¡Claro que lo tenía! No me daba más placer que un buen amigo me llamará por mi nombre. Me sentía realmente aliviada y eso era el suspiro que había dejado salir, ahora...No entendía algo.

-¿Ya es la próxima semana su casamiento? Pero...

Estaba atónita, evidentemente Lawrence había omitido una parte muy importante en el tema, quería saberlo todo, como era ella, como se conocieron...todo lo que se encontraba involucrado un matrimonio por amor. Parpadeé y le dedique mi mejor sonrisa.

-Me ha dejado realmente sorprendida, ahora tendré que confeccionar un vestido lo más pronto posible...hum el regalo, es lo más importante, aunque me gustaría saber como se llama, donde vive y ¿Cómo se conocieron? ¿Me contará Lawrence?

Me había costado un poco, no solo asimilar que se casaba, si no me resultaba complicado llamarlo por su nombre, pero con un poco de práctica lo lograría. Me quede pensado y volví a la conversación mucho más atrás, ahora comprendía. Me eche a reír a carcajadas y me lleve una mano al estómago, si que había quedado como una despistada en potencia.

-Lo siento mucho, ahora comprendo lo que ha querido decir. Usted me esta hablando del casamiento de sus criados ¿Verdad?. Discúlpeme señor.

Me limpié las lágrimas de la risa y le dedique una reverencia en forma de disculpa, me sentía la más idiota de todo el mundo, para no ser menos. Arqueé una ceja y me volví a sentar en el pasto, le hice señas para que él también, si sentía ganas, volviera a tomar asiento.

-Pues déjeme decirle que yo no me divierto con sus palabras, usted es un hechicero que hace que ellas me hipnoticen. Admito que he pensado y si, me he tomado el atrevimiento de hacerlo, sentado en un sofá pensando y en esos momentos, mientras imagino eso, me pregunto a la vez ¿En qué estará pensando el señor Lawrence? Y ya que lo tengo aquí ¿En qué piensa cuando se encuentra solo?

Le quería contestar a su pregunta, eras así como mientras me imaginaba cosas sin sentido, las tazas de porcelana caían de mis manos haciéndose añicos en el suelo.
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Mensaje  Lawrence Lovegood Lun Dic 14, 2009 5:44 pm

Las ocurrencias de los conocidos de la señorita Caroline me hicieron reir. En ningun momento me sentí ofendido porque me compararan con un anciano de dientes amarillos, porque quizás en un futuro terminase así de verdad.

- Aunque no debe fiarse de los coquilleos de los demás, han usado dos hipotesis muy diferentes y una de las dos podría ser cierta. Puede que cuando oscurezca mi aspecto cambia totalmente y mis facciones se vuelvan ancianas. Pero yo creo que la más acertada es que soy un sapo que cuando se acerca a una mujer se convierte en principe para engañarla. Así que cuando usted se vaya no gire la cabeza o me moriré de vergüenza. Pero a partir de mañana estese atenta a su jardin porque es posible que esté cazando moscas en él.

Me ruboricé y cambié el peso de mi pie de un lado a otro. Después de la presentación seguiamos en pie, pero era de mala educación sentarme antes y delante de una dama. Aunque aquel pensamiento me hizo reir cuando me di cuenta una vez más de donde estábamos.

- Pues...lo cierto es que nunca acudí a tales instituciones. Mi padre murió cuando yo estaba en una edad muy temprana y el título cayó sobre mi de manera inesperada. El hermano de mi madre se hizo cargo de la administración y nos ayudó en todo lo que pudo, pero yo seguía siendo el señor de la casa y mi tio me aseguró que lo mejor era tener un profesor privado. Además, era fundamental que yo tuviese muchos conocimientos cuanto antes y fueron muy estrictos en eso.

Me encogí de hombros. Lo bueno que tenia aquel pasado rodeado de libros de estudio era que cuando crecí un poco más pude tomármelo con más calma que el resto de los adolescentes. Aunque ahora me gustaba mantenerlo al día.

Me mostré halagado ante sus palabras y sonreí con su sugerencia, pero por dentro me horrorizó pensar en mi pobre madre viendo la situación de mi nuevo hogar.

- Pediré al cielo que mande una nota antes de venir para que podamos preparnos todos. De todos modos mi madre me conoce muy bien y es posible que ya se imagine algo así. Casi seria mejor poder explicárselo todo y como conoce a todo mi servicio no creo que sea capaz de montar un escándalo delante de ellos.

Mientras me contaba la historia de su primo, me pasé la mano distraidamente por encima del bolsillo donde había guardado la labor que me había regalado. No era extraño emparentarse entre familiares, pero cuando algo así pasaba lo normal era asegurarse de que ambas partes estaban de acuerdo.

- ¿Su hermana está enamorada de otro hombre?- pregunté sin pensarlo demasiado, pues la curiosidad por la historia me ganó la batalla.- Perdone mi atrevimiento, pero esque por lo que usted cuenta su primo parece un hombre muy bueno y respetable. No imagino otra razón para que su hermana rechace su mano.

Realmente sí podían haber otras. Que la señorita Amy no quisiera casarse o que el primo de Caroline tampoco estuviese realmente enamorado de ella. Pero ya no me atreví a ser más entrometido.

- Cielo Santo! Nunca quise decir que usted fuera así de despistada!- rectifiqué al momento, pero sin poder esconder la sonrisa al imaginarme las escenas que me había contado. Sin saber porqué me pareció algo adorable imaginarla así.- Disculpeme.

Me costó entender su repentina pregunta y también que me llamase por el nombre de pila. Claro, que yo también lo había hecho anteriormente, así que no me sentí incómodo ni nada parecido. Realmente preferia llamarla Caroline que señorita Mayfar y que ella me llamase Lawrence. Alcé una ceja y reí.

- Así que pensó que me casaba yo? Mi querida señorita, me temo que para mi ese futuro aun es muy incierto. Curdy y Cécile son los que se casan. Ella es la hija de mi ama de llaves y aunque no forma parte del servicio en sí ayuda a veces a su madre o en las cuadras. Allí fue donde conoció a Curdy por su amor por los caballos. Él tiene amplios conocimientos sobre ellos y se pasaban muchas tardes hablando. A mi joven lacayo le viene muy bien que yo no salga demasiado de casa.- bromeé.- Lo demás ya se lo puede imaginar. Encuentros furtivos, coqueteos...

Callé porque tampoco podía contar toda su historia por ellos. Además, estaba seguro de que a Cécile le encantaria Caroline y le gustaria contarle su historia como hacia siempre que conocia a alguien en la ciudad. No podía estropearle su momento. Después me senté junto a ella otra vez, pero con menos rectitud. Me apoyé en el árbol y puse un brazo detrás de mi cabeza para estar más cómodo.

- Realmente soy un ser maligno, hipnotizando a damas inocentes.- bromeé.- Me halaga más de lo que piensa con esas palabras, Caroline, porque me siento feliz de que mi conversación le guste tanto como para hechizarla.- miré al cielo.- Pero no creo que pueda contestar sinceramente a su pregunta, porque el problema de evadirse del mundo es que después uno no es capaz de recordar qué le estaba llevando a ese estado. Supongo que pensaré en Bath, en algunos libros, en las conversaciones del día, en los asuntos financieros... Y esos pensamientos acabarán convertidos en otros más relajantes, como en los seres misteriosos que habitan mi jardin o las brujas que nos visitan durante las noches.

Me volví para mirarla sin perder la sonrisa. No esperaba risas por mis pensamientos locos. Una vez más sabía que no era el único de los dos que dejaba volar su imaginación con facilidad.
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Mensaje  Caroline Mayfar Jue Dic 17, 2009 5:49 am

Por fortuna o quizá Dios lo quería de esa manera, me había puesto en el camino una persona que por lo menos me siguiera los juegos que muchas veces me traía problemas con mis familiares ó simplemente las personas que no tenían un trato diario conmigo me observaran como si hablaran con una niña que había perdido la cabeza. En algunas ocasiones admitía que lo hacía a propósito pero muchas veces salía espontáneamente y deseaba compartir mis pensamientos con alguien más que no fuera yo. Negué con la cabeza.

-Dudo que usted sea un sapo, por que no he visto alguno por aquí y creo suponer que tiene familia, pero supongamos que lo es, mi jardín y yo esteremos más que encantados de que usted se de una vueltita por aquel y que juegue con alguna mosca molesta.


Me sentí peor cuando Lawrence pronunció que su padre, que Dios lo tuviera en la gloria, había muerto cuando era muy chico. Yo jamás había tenido que pasar algo así, debido a que mi padre y mi madre aún se encontraban conmigo. Jamás les había deseado la muerte, a pesar de que fueran fastidiosos en algunos temas. No iba a ponerme a llorar, no frente a un amigo, aunque eran ellos los que siempre estaban cuando uno los necesitaba, tanto en la buenas como en las malas. Me lleve rápidamente el dorso de mi mano a uno de mis ojos, capturando una lágrima traviesa que se había escapado.

-Siento mucho lo de su padre, de seguro que donde este se encontrará muy bien y está cuidándolo mucho desde arriba.


Le dedique una sonrisa y seguí escuchando acerca de su vida, no me importaba en lo absoluto el título que llevará, lo importante era la persona y se podía notar a simple vista que él era muy bueno en verdad. La preparación de un hombre era mucho más estricta que la de una mujer que por lo general lo hacia su madre, padre ó alguna institutriz, quién tuviera mucho dinero, en nuestro caso, papá se había encargado de todo y se lo agradecía muchísimo.

-Perdone mi atrevimiento y mi curiosidad ¿Cómo se llevaba con su tío? Por lo que me cuenta parece un hombre muy agradable y además de seguro que lo quiere mucho a usted. Debió ser muy difícil hacer todo lo que era necesario ¿Verdad?

Paralizada me quede, y esperaba que no se diera cuenta de que me había sorprendido mucho lo que me había dicho. A caso ¿Leía las mentes? Una cosa ilógica, aunque solía suceder que con mi hermana Amy teníamos la manía de terminar la frase de la otra. Nuestro padre se reía a carcajadas cuando sucedía algo así y siempre nos decía que era por que siempre estábamos juntas, mientras que mamá refunfuñaba y murmuraba “Niñas”.

-¿Cómo supo que mi hermana está enamorada de otro hombre?

Pregunte casi tan rápido como mis palabras me lo habían permitido, quizá era tan obvio o quizá no. Deje escapar un suspiro y ladeé apenas el rostro para que mi cabello rojo cayera sobre uno de mis hombros, le tenía que explicar a mi nuevo amigo la historia de amor que había vivido mi hermana menor, aquella que yo había estado de acuerdo en su momento.

-Mi hermana hace un año se enamoro de un amigo de mi hermano Adam, estudió con él en España abogacía. Apareció en la casa con mi hermano y no es de buena educación echar a la calle a los amigos de algún familiar, así que lo acogimos en casa. Muy agradable, por cierto, pero era evidente que sentía algo por mi hermana Amy. Le leía poesía en el jardín y muchas veces se los veía susurrando...una hermosa historia de amor que termino mal.

Me mordí el labio inferior, era tan lindo ver a mi hermana sonreír de la forma que lo hacía cuando Adrián le decía alguna cosa que le entraba en gracia, pero también me había partido el alma cuando mi hermana pequeña no podía dejar de llorar, con el corazón roto en su mano.

-Pero un día el se fue sin decirnos nada y Adam no supo dar explicación alguna. Lo que se sabe, es que esta a punto de casarse con una mujer que tiene una herencia muy importante. No quise decírselo todavía a mi hermana...no quiero volver a verla llorar.
Ahí estaba uno de los motivos por el cual me rehusaba a enamorarme, aunque se decía que aquel venía cuando uno menos se lo esperaba. Lo que le pedía al cielo era que si alguna vez me sucedía una cosa semejante, como era enamorarme, que lo hiciera de un hombre que me quisiera pero que además me prometiera amor eterno y que jamás se fuera de mi lado. Era pedir mucho y quizá era egoísmo, pero así lo quería yo.


Ah! El amor entre dos personas que se quieren era lo más hermoso que uno podía oír, si bien como en todos, siempre existía algo que empañaba la felicidad, pero me alegra mucho saber que existía el amor. Me alegre mucho y se lo hizo notar al pobre joven Lawrence.

-No sabe lo contenta que me hace contándome que Curdy y Céline se quieren mucho, algún día me gustaría conocerlos y felicitarlos de mi parte y quién sabe joven Lawrence, quizá muy pronto se encuentre con el gran amor de su vida. Imagínese que después de nuestro extraño encuentro, usted regresa a su casa y ve a la mujer más hermosa y angelical que haya visto en toda su vida. Con solo imaginarme la situación...


Me quede un momento tratando de imaginarme como sería la situación y como sería además el dialogo que entablarían...¡Demasiado lindo!. Meneé la cabeza para volver de nuevo a la tierra y le dedique una enorme sonrisa, me alegraba mucho haberlo encontrado en mi camino.
Lo miré mientras el contestaba a mi pregunta, así que era eso en lo que pensaba, se podría decir que algo a los míos tenía parecido. Deje que mis manos se apoyaran contra el pasto frío y le sonreí cuando este termino y me dedico una sonrisa.

-No sabía que usted tuviera brujas en su jardín, pues en el mío hay duendes, no son muy amistosos pero les gusta esconder cosas. ¿Cómo son las brujas que habitan en su jardín?

Sabía que en algún momento aquel encuentro terminaría, yo tenía que volver cuando el sol cayera, pero estaba dispuesta a disfrutar de la compañía de Lawrence hasta que mi día terminará en aquel bosque.
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Mensaje  Lawrence Lovegood Lun Dic 21, 2009 6:17 pm

Reí ante su imaginación, tan despierta. Y me dije a mi mismo que debía hacerme con un sapito lo antes posible y colarlo en su jardin para que ella pudiese imaginar que era yo mismo. Quizás le mandaria una carta notificándole el presente con la esperanza de que siempre tuviese a alguien con quien hablar aunque yo me ausentase.

Pero mi sonrisa menguó lentamente al ver que mis palabras habian puesto triste a Caroline.

- Señorita Caroline, tiene usted un gran corazón si es capaz de llorar la muerte de alguien que no conoce por el simple hecho de estar emparentada conmigo.- dije con seriedad.- Y le doy las gracias por tanta amabilidad, pero le pido disculpas por haber sacado ese tema. De ninguna manera habria querido hacerla sentir así.

Me palpé el pecho, pero recordé que la prenda que llevaba allí era un regalo de ella, así que busqué en mi bolsillo el pañuelo de lino blanco que siempre llevaba y se lo ofrecí. Intenté relajarme después al ver su sonrisa una vez más.

- ¿Mi tio? En mi opinión un gran hombre.- admití.- Fue una de las pocas personas que se casaron por obligación y con el tiempo se enamoró de su mujer. Mi tia, por supuesto. Nunca tuvo hijos y por eso me tenia mucha estima y nos ayudó de buen grado tras la pérdida. Pero creo que nunca quiso sustituir a mi padre ni nada parecido.

Me quedé mirando a la nada, pensativo. De pequeño tuve una pequeña pelea con él y le grité aquello. Le acusé de querer jugar a ser mi padre. Siempre me arrepentí de ello y por suerte lo hice con suficiente tiempo para pedirle perdón. Después nuestra relación fue inmejorable.

- Intuición.- sonreí timidamente ante su pregunta.- Por sus palabras, me pareció que si su primo era tan bueno, la única manera de que su hermana no le amara fuese que pensaba en otro.

Escuché la historia completa, asintiendo de vez en cuando con la cabeza. Fruncí el ceño ante la partida repentina del amante, pero después comprendí. Para algunos locos, las herencias eran más dignas de amor que las mujeres.

- Su hermana no debe arrepentirse de haber vivido esa historia de amor, porque aunque terminase mal seguro que la hizo sentirse muy viva en aquel momento. Y si el destino quiso detenerla, seria porque había llegado la hora de pasar a otras historias igual de bellas.- sonreí.- Y yo creo que si una relación termina mal es porque Dios nos da otra oportunidad para elegir bien nuevamente. Por ello, no veo nada de malo en enamorarse sin esperar a saber lo que siente la otra persona. ¿No es más bonito dejar sus sentimeintos libres?

Caroline estaba tan emocionada por la unión de mis conocidos que me hizo reir. Sabía que mi madre pensaba como ella. Que seria maravilloso que por fin encontrase a alguien especial y me uniera a ella para siempre. Pero yo veia poco probable que eso sucediese ese mismo día. Y si por alguna razón sí que fuese así, sabria que la señorita Caroline poseía poderes mágicos y que todo habria sido obra de ella.

- Realmente no tengo prisa y a veces se me ha acusado de falto de sentimientos por no demostrar amor hacia ninguna dama que ya conozco. Pero yo creo que es una buena señal, porque así, cuando de verdad me enamore, lo notaré con máyor intensidad. Mis ojos no verán de la misma manera y mi estómago cobrará vida cada vez que vea a mi dama.

Me removí en la hierba y me mordí el labio travieso al imaginar a los duendes de los que hablaba. Me sentía más entregado que a ninguna otra conversación porque sabía que pocas personas darian crédito a sus oidos si les mencionasemos estos temas.

- Los duendes esconden cosas para volvernos locos, no? ¿A quien no le ha pasado alguna vez el hecho de estar seguro de haber dejado sus dos gemelos en la mesita y después encontrar solo uno? Ellos quieren sembrar el caos para que las culpas caigan sobre otros humanos, como las doncellas de la limpieza. Y al cabo de un tiempo, el gemelo extraviado se devolverá a su dueño, cuando la pobre mujer haya sido regañada injustamente. Las brujas, sin embargo, son más silenciosas y sólo se asientan en un jardin para buscar hierbas y otras sustancias que sirvan para crear sus pociones.
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Mensaje  Caroline Mayfar Jue Dic 24, 2009 8:35 pm

Lo había hecho sentir mal con respecto a que me dolía la perdida de un ser tan querido ¿Qué pasaría su me pasará a mi? Yo a mi padre, además de quererlo mucho, lo admiro y se podría decir que para mi es mi ángel de la guarda. Sé que es humano nacer y morir, pero mi corazón terminaría por quebrarse completamente si se va una parte de mi. Por eso sentía tanto la perdida de su padre. Le sonreí, no quería que él se pusiera mal por mi culpa.

-Discúlpeme a mi señor Lawrence, no quería ponerme de ese modo, pero estoy segura que su padre se encuentra en algún lugar muy seguro vigilando que no le pase nada a su hijo.

Y estaba convencida que era así, yo era de esas personas que creían que las personas cuando dejaban el mundo terrenal se dirigían a las estrellas, por un tiempo, para vigilar a sus seres queridos. De seguro que mi abuela ahora se encontraba en un lugar mejor, aunque mi hermana Amy decía que la familia Mayfar le traía más de un problema. Tome, con amabilidad, el pañuelo que me ofrecía y me seque alguna que otra lágrima que se me había escapado.

-No se lo devolveré, no por que sea ladrona ¡No piense eso de mi!, si no por que quiero lavarlo y luego si, se lo devolveré.

No le iba a dar el pañuelo manchado con mis lágrimas, así que le pediría a una de las criadas un poco de agua y jabón y lo lavaría con mis propias manos, así estaba segura de que no se perdería, es que muchas veces eran bastante despistadas y las prendas quedaban a medio lavar ó simplemente no se acordaban en donde estaban. Más de una vez recordaba a mi madre discutir con las pobres mujeres que hacían lo mejor que podían. Antes de guardarme el pañuelo, pude notar que estaba impreso con las iniciales del nombre de Lawrence, con más razón tenía que cuidarlo como si fuera mi vida. Me guardé el pañuelo en la cintura de mi vestido, mientras le rogaba a Dios que llegará a mi casa tal cual me lo había dado y que un hada me lo robará por que si no..estaría en serios problemas.

-Algún día me gustaría conocer a su tío, por lo que usted me dice parecer ser un hombre de muy buen corazón. Y sospecho que a veces el amor aparece de forma misteriosa.

Si bien yo no conocía a su tío, por lo que me contaba podía ver que había hecho un buen trabajo y que además aquel hombre podría hasta dar la vida por su sobrino. Me intrigaba mucho conocer la familia de Lawrence, aunque podía imaginarlos, pero nada era parecido a la realidad, albergaba la esperanza de algún día poder conocerlos al fin y fijarme, luego, si coincidía con mi imaginación. Me limité a mirarlo, debido a que él se encontraba sumido en algún pensamiento que yo no sería la desubicada de interrumpirlo.

Esbocé una sonrisa mientras asentía con la cabeza, tenía toda la razón, a veces era tan bonito sentir algunos sentimientos que nada más se sentían con personas que realmente valieran. El amor, se podía darse a cualquier, persona, objeto, etc. Aunque siempre se relacionaba más con la unión y la pareja.

-Tiene toda la razón, yo nunca sentí amor por alguien que soñara casarme, pero puedo admitir que amo todo lo que tengo a mi alrededor y sobre todo a mi familia y a mis amigos. Y también le doy la razón en eso que dijo que por algo Dios quiso que las cosas sucedieran así. A veces de las cosas malas aprende y de las cosas buenas, además de llenarse de lindos recuerdos, también se puede aprender algo.

Me quede con la boca abierta y me controle un poco para no pararme rápidamente y dar brincos como una langosta, tenía modales y si bien nos encontrábamos en el bosque, sin ninguna mirada acusadora, no podía parecerle algo desquiciada, aún más de lo que era...cabía decir.

-No sabe las ganas que tengo de saltar por las hermosas palabras que acaba de decir, pero me contengo para que no salga corriendo señor. Ojalá y se lo deseo con todo mi corazón, que encuentre a la dama que lo haga “que sus ojos no verán de la misma manera y su estómago cobrará vida cada vez que vea a su dama.”

Había dicho casi literal las palabras que Lawrence me había dicho hacía menos de cinco minutos, en algunas cosas tenía facilidad de recordar palabra por palabra, en otras, mi distracción era mayor que por lo general me tenían que repetir varias veces lo que me habían dicho.

Me reí y mientras lo escuchaba mis ojos se posaron en una hormiguita traviesa, que estaba subiendo por mi largo vestido, coloque mi dedo índice para que mi nueva amiguita se subiera y de ese modo colocarla de nuevo al pasto. Mientras hacía eso de tanto en tanto le dedicaba la mirada a mi amigo, quién me estaba hablando de los duendes y hadas.

-Estoy de acuerdo, son muy traviesos, para mi que les gusta preparar disturbios en hogares ó son muy entusiastas y le gustan mucho las cosas de los humanos entonces lo roban y luego, una vez que lo usaron y ya vieron cual era el funcionamiento, lo vuelven a dejar en su sitio.

La hormiguita ya se encontraba en mi dedo, la deje otra vez sobre el pasto y me acomode mejor y ladeé apenas el rostro...las brujas, me daban un poco de miedo, sabía que en algún sitio existían de verdad, pero gracias al cielo nunca me había topado con ninguna y esperaba jamás hacerlo.

-Sé que existen, yo jamás he visto a ninguna bruja por mi jardín a menos que sea mi tía, pero dudo que pueda hacer alguna poción más que un té.

Quizá mi comentario si había sido desubicado, no se hablaba mal de la familia que a uno le había tocado, pero mi tía no merecía el respeto que ella decía tener, no era una buena persona y más de una vez la había escuchado hablar mal de mi pobre madre. Me moje los labios y deje escapar un suspiro.

-¿Toca algún instrumento?
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Mensaje  Lawrence Lovegood Lun Dic 28, 2009 7:01 pm

Le sonreí con cariño. Yo también queria pensar que las almas desprendidas de los cuerpos cansados de vivir se quedaban en alguna parte protegiéndonos.

- No se preocupe por el pañuelo.- dije, haciendo un rápido ademán con la mano.- Puede quedárselo, si lo desea. A mi me gustaria mucho que conservase algun recuerdo de nuestro encuentro de hoy, igual que yo poseo ahora la prenda con la mariposa bordada.

Aunque era tentador que se llevara la prenda solo para lavarla, asegurándome que podria volverla a ver para recuperarla, preferia que se la quedase. Un pañuelo no era comparable al regalo que ella me había hecho a mi, pero estaba seguro de que tendriamos más encuentros y quien sabe, quizás la próxima vez me animase a escribir los versos que ella aseguraba que se me darian bien.

- A mi también me gustaria que lo conociera, Caroline- aseguré olvidándome de los formalismos al imaginar la situación.- Aunque es un hombre pragmático, nunca ha dudado de mi y de mis locas ideas; por lo tanto estoy seguro de que a usted la valoraria mucho y disfrutaria con su compañia.

No era extraño, después de llevar un rato hablando con ella, que me dijera que nunca quiso casarse. Aunque me intrigaba mucho algo que no pregunté por educación: si algun hombre la habria pretendido. Aunque fuese una dama de carácter fuerte y que como ella misma había afirmado, algun caballero se echaria hacia atrás, a mi me parecia ilógico que nunca hubiese atraido el deseo de alguien. Sin duda, sí debía haberlo hecho, porque era una dama de muy hermosas facciones y posiblemente más inteligente que muchos señores.

- Entonces, usted no es una mujer enamoradiza, pero sí muy sentimental.- aventuré. Le pasa exactamente lo mismo que a mi. Pero no tenga miedo de que salga corriendo por sus actos, no veo nada de malo en expresarse libremente.- le sonreí travieso.- Y si no se enoja conmigo por mi atrevimiento, yo también rezaré para que un caballero digno de usted aparezca en su vida y aunque no se casen, le haga sentir lo mismo que yo he descrito.

Me quedé ensimismado mirando la hormiga que Caroline había cogido con mucho cuidado. Después reparé en que me estaba evadiendo de la tierra y meneé la cabeza un poco, para volver a mirarla a ella. No pude evitar una carcajada cuando mencionó a su tia de aquella manera, así que tuve que taparme la boca con apuro.

- Oh, Dios, discúlpeme, por favor.- dije aun sonriendo a mi pesar.- Es que me han sorprendido mucho sus palabras. ¡Pero no vaya a creer que la he encontrado maleducada! Simplemente me alegra saber que todavia hay lugares donde una persona puede ser sincera y decir lo que de verdad piensa sobre otras. Yo no voy a reprenderle por ello ni a darle la razón, puesto que no conozco a su parienta, pero estoy seguro de que diciendo eso se ha sentido más libre que cuando está con ella y debe sonreirle.

No podía opinar, era cierto, pero si Caroline era capaz de decir algo así, debía tener sus razones. No me imaginaba a la señorita Mayfar despotricando contra sus parientes, por lo que ya sabía de ella. Su tia, sin duda, debía de ser una mujer malvada.

Su pregunta me cogió desprevenido. Carraspeé cuando conseguí dejar de reir.

- Al contrario que con los versos, ahora sí puedo darle una respuesta afirmativa. Aunque no practico demasiado, desde pequeño me instruí con el piano. Pero en la actualidad prefiero el violín. El sonido del violín me gusta muchisimo, aunque todavía no tenga mucha técnica con él. ¿A usted le gusta la música?

No iba demasiado a la opera ni a conciertos puesto que no tenia acompañante, pero si a Caroline le gustaba la música la invitaria con gusto a venir conmigo aunque fuese muy atrevido, tratándose del mismo día de conocernos.

- Si usted gusta, reservaré palco para los dos en el teatro y la llevaré a ver lo que desee. Puede llevar a su familia, por supuesto.
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Mensaje  Caroline Mayfar Mar Dic 29, 2009 7:12 am

Le sonreí, la verdad es que me sentía muy halagada y contenta que él quisiera regalarme con tanto cariño el pañuelo que no rechazaría, aunque no necesitaba algo material para recodar aquel momento maravilloso que estaba pasando, pero lo guardaría en un lugar en donde atesoraba mis objetos más preciados.

-Muchas gracias Lawrence, lo guardará con mucho afán y además de eso también tendré en la memoria nuestro primer encuentro. Aunque espero, y no se ofenda por mi atrevimiento, que nos volvamos a reencontrar.

Y así lo esperaba, por que con mi nuevo amigo podía contarle cosas que jamás había podido ni con mis propios familiares, aunque tenía que quitar a Amy y a mi hermano Adam, quienes eran los que me comprendían cuando comenzaba a divagar y a decir cosas sin sentido. A ellos dos siempre le decía que se ganarían el cielo con solo soportarme y Dios había encontrado a otro más para que tuviera un lugar reservado allí arriba, y era mi nuevo amigo, a quién recordaría aunque esta fuera la primera y última vez que nos viéramos. Le dedique una agradable sonrisa, esperaba que el cielo y los arcángeles escucharan aquel pedido, ojalá me pusiera en el camino al tío de Lawrence, estaba muy segura que debía de ser un hombre fantástico y lleno de historias, aunque estaba segura que lo atosigaría con mis preguntas y con mis habladurías.

-Ojalá que ese encuentro algún día se haga realidad, aunque estoy segura que su tío se sentiría un poco agobiado por todas las preguntas que le haría, de seguro que usted y él tienen muchas historias interesantes que me contaran, pero todo a su tiempo, aunque las cosas salen por si solas ¿No le parece? Así que...voy a recordar cada palabra que me diga.

Asentí con la cabeza, aunque lo último que había dicho era más bien para mi que para él, quería recordar absolutamente todo, aunque estaba segura, por mi torpeza no recordaría todo, pero deseaba recordar su rostro, sus gestos y sobre todo de sus palabras. Ladeé el rostro dejando que mi cabello rojo se deslizará por mi hombro derecho, quizá estaba bien decir que era sentimental pero no enamoradiza, que yo recordará no me había enamorado de nadie...aún. Deje escapar un suspiro y asentí con la cabeza.

-Si, se podría decir que si, que soy muy sentimental y soñadora pero no podría decirle con exactitud si he sentido amor, admito que me he sentido atraída por un hombre. Y usted ¿Ha sentido atracción por alguien?

Me quede con los ojos abiertos de par en par, había cometido una imprudencia y además en un arrebato deje que aquella pregunta saliera así como así, me sonrojé, realmente a veces tenía que cerrar la boca, en aquellos momentos la voz de mi madre se hizo presente en mi cabeza, y debía admitir que ella tenía toda la razón del mundo.

-Lamento ser tan impulsiva no es necesario señor Lawrence que me conteste a esa pregunta. La curiosidad otra vez ha tocado a mi puerta.

Realice una leve inclinación de cabeza para remediar la situación en la cual yo misma había entrado. Tenía que anotarme en la cabeza que primero tenía que pensar y luego hablar. Me sorprendió la carcajada que trato de ocultar, eso provoco que yo también me riera, no por mi comentario, si no por acto.

-¿Por qué trata de ocultar un sentimiento como es la felicidad? Por que cuando uno se ríe es por que se siente feliz. A mi no me disgusta que se ría por el comentario, todo lo contrario Lawrence, me hace feliz que alguien se tome a broma mi comentario.

Le dedique una sonrisa, yo era de esas que trataba de no hablar mal de la gente que se encontraba a mi alrededor, era por eso mismo que no me gustaban las fiestas, allí corría mucha hipocresía, había visto como las mujeres se acercaban a las otras y hablaban de cosas superficiales, pero cuando una de las dos dejaba el recinto hablaban mal como hienas hambrientas, eso era lo que no me gustaba ¿Por qué no decir la verdad? Pero cuando uno lo decía siempre quedaba como una irrespetuosa, era por ese mismo motivo por el cual me limitaba a sonreír y a no hablar, a menos que se hablara del clima.

-Ah! Estoy segura que la conocerá, le gusta hablar con todo el mundo y déjeme prevenirle, que en cualquier momento caerá en su casa con su mejor sonrisa y cuando la conozca tendrá el placer de sacar sus propias conclusiones.

Yo sabía que Lawrence tenía un muy buen corazón y que aunque mi tía fuera la mujer menos elegante y desagradable posible, él jamás diría una cosa así, por el simple hecho de que era muy bueno y que tenía muy buenos sentimientos...ó en mi parecer. Abrí los ojos bien grande y estoy casi segura que me brillaron, así que le gustaba la música del violín. Guarde mi emoción y retome la compostura, aunque estaba segura que en mi voz se notaría mi entusiasmo.

-¿El violín? ¡Que lindo! Yo sé tocar el violín es mi instrumento favorito, es una lástima que yo no lo haya traído conmigo pero para la próxima lo traeré y le enseñaré ¿Quiere? Además...espero escucharlo algún día tocar el piano.

Asentí con la cabeza y en otro arrebato me abalance sobre él y le proporcioné un fuerte abrazo. Me aleje de él con el rostro todo rojo y me eche a reír.

-La música me encanta, así que me gustaría ir a ver un concierto con usted y...perdone por el abrazo...me deje llevar por la felicidad.

Me reí avergonzada y volví a ocupar mi lugar en el pasto. Esperaba que él no se tomará a mal mi atrevimiento, que a decir verdad era algo penoso, a veces tenía que pensar antes de actuar.
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Mensaje  Lawrence Lovegood Mar Dic 29, 2009 5:57 pm

Incliné levemente la cabeza ante su agradecimiento y sonreí, creyendo que la señorita Mayfar era capaz de leerme la mente, cuando me aclaró que ella también deseaba volver a encontrarse conmigo.

- Por supuesto que será un placer volver a verla, Caroline, aunque me temo que nuestros proximos encuentros no serán tan agradables como éste, pues probablemente estaremos vigilados por otros ojos. Como ya le dije antes, está invitada de buen grado a la boda en la abadía Lovegood.

Ahora que sabía que la familia Mayfar vivia tan cerca de mí no tardaria mucho en mandarles a un mensajero para invitarles a tomar el té, además.

- De verdad le digo, querida Caroline, que mi tio no se molestaría con usted. Aunque reconozco que es un hombre que prefiere escuchar en vez de contar, al igual que yo, ambos sabemos que las preguntas existen para ser respondidas y las contestamos con mucho gusto.- asentí- "Las cosas caen por si solas".- recité después de una breve pausa, sonriendo- Veo que tenemos otra cosa en común. Ambos somos creyentes del destino.

Arranqué de la tierra un pequeño hierbajo muerto y lo giré entre mis dedos, sin dejar de mirar a mi compañera de tertulia. Me cohibió un poco que estuviera tan dispuesta a recordar todo lo que yo dijese y deseé que las sombras del grueso árbol escondiesen un posible rubor en mis mejillas.

La curiosidad me podía cuando mencionó que se sintió atraida por alguien. Debía ser un caballero muy especial para haber llamado la atención de la señorita Caroline. O quizás, al tratarse de atracción, estábamos hablando de un hombre de facciones apuestas. Abrí la boca para preguntarle, vencido por la curiosidad, cuando ella se adelantó de nuevo. Parpadeé un par de veces.

- ¿Yo? ¿Atracción por alguien?- empecé aturdido.- ¡Oh, por Dios, no debe disculparse! No me ha molestado en absoluto su curiosidad. De hecho, yo estaba a punto de preguntarle si podía hablarme del objetivo de su atracción.- solté una suave carcajada nerviosa.- Mi historia en esos temas es bastante pobre, me temo. Creo que ninguna mujer me ha llamado la atención de de una manera más especial que otras. Se perfectamente reconocerles su belleza. Algunas conocidas de Bath eran realmente preciosas, pero... No, creo que nunca he llegado a deseos más íntimos con ellas.

Tosí un poco, tapándome la boca con el puño cerrado de la mano. Si mi madre hubiese escuchado mis últimas palabras se habria desmayado del escándalo de oirme hablar de temas prohibidos con una dama.

Me alegró que no se tomase a mal mi risa.

- El día que su tia aparezca por mi casa iré corriendo a buscarla a usted para que me ayude a tratar con ella. - sonreí.- Si es una mujer de carácter dificil temo que algun comentario mio sea valorado de mala intención aunque yo no me lo proponga.

No pude evitar imaginarme a su tia saliendo de la abadia malhumarada por culpa mia y haciendo que todo Londres se enterase de mi deshonra. Sin embargo, aquello me hizo esbozar una mirada traviesa y divertida.

- Si su familia accede a venir algun día a tomar el té a mi casa, tocaré el piano para ustedes, pero tendré que practicar mucho antes para volver a coger la práctica. Es un piano de cola blanco, estoy seguro de que le gustará y si quiere puedo enseñarle algunas notas. ¿Toca el violín? Entonces lo hará mucho mejor que yo, que soy un principiante.- reí.- ¿Lo suele tocar para las visitas o es un placer privado? Porque a mi también me gustaria oirla y que me de algunos consejos...

Su abrazo me llegó de pronto, dejándome a medias con la frase. Pocas veces me habían abrazado con tanto arrebato y no sabía reaccionar. Me habían enseñado a las muestras de afectos más frias que existian por mi condición de Conde y lo único que se me ocurrió fue darle unas suaves palmaditas en la espalda. Su vestido estaba caliente a pesar de estar sentados en la sombra con el sol a punto de ocultarse. Cuando se separó aun estaba aturdido y casi no escuché su nueva disculpa.

- Cuando usted quiera mándeme a un mensajero con fecha y hora y pasaré a su casa a recogerla. Pero antes la invitaré a usted y a su familia a tomar el té conmigo para poder conocerlos a todos y que nuestra escapada repentina al teatro no sea muy escandalosa.- volví a recuperar la compostura.- ¿Cuantas veces tendré que decirle que no me molestan en absoluto ni sus palabras ni sus actos?- sonreí.- Pero ahora que ha salido el tema siento curiosidad. ¿Contará a sus padres nuestro encuentro o cuando les invite a mi casa fingiremos acabar de conocernos?

Aunque estaba seguro de que su padre era un gran hombre por todo lo que me habia dicho de él, no sabia si se tomaría a bien que su hija hubiese estado tanto tiempo a solas con un hombre. Me guaba por el ejemplo de mi madre, quien me habria matado solo al mencionar que habia mantenido una larga conversación con una dama en un bosque y me habria asegurado que tanto mi reputación como la de la muchacha estaba en peligro si alguien nos veía.
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Mensaje  Caroline Mayfar Lun Ene 04, 2010 7:46 am

Le sonreí agradecida, sinceramente no me importaba si nuestros próximos encuentros no estuviéramos tan libres como en aquellos momentos y que tendríamos que guardar la compostura, aunque yo jamás lo hacía, así que si no era yo misma levantaría más sospechas. Torcí el gesto y me encogí de hombros.

-En eso tiene toda la razón, nuestros próximos encuentros no serán tan libres y tendremos, ó al menos yo, que ser alguien que no soy, aunque lo que ve aquí es lo que verá luego.

Volví a sonreír y me acomode mejor en el pasto, ya de por si me gustaba el bosque, aquel que era tan sereno y sincero a la vez, nada podía parecer falso y hasta fuera de lugar, era un panorama de lo más hermoso, y más si uno encontraba una buena compañía como lo era mi amigo Lawrence, que tenía el corazón tan noble y puro que encajaba a la perfección con el bosque encantador. Me sentí rebosante de alegría cuando dejo escapar aquella frase que trataría de memorizar, y más me gusto saber de que algo más que la simple curiosidad y algunas otras cosas más, el destino era una fina línea que nos unía como personas y más como amigos.

-Me ha gustado mucha la frase que ha dejado escapar señor Lawrence, lo tendrá en cuenta y trataré de memorizarla, ahora cuando me vaya caminando hasta mi casa, la diré una y otra vez para que me quede a la perfección.

Asentí con la cabeza y para mis adentros esperaba que en algún momento el encuentro con el tío de Lawrence, se hiciera realidad, no podía ni siquiera imaginar como sería, pero ya me podía hacer una leve idea de que su personalidad era realmente arrolladora y muy gentil. Observé como una hierba jugaba entre sus dedos, me distrajo un poco, además que me hizo recordar que el Domingo, después de ir a misa, me tenía que poner a sacar las hierbas malas, además de leer una página a mi gallina, aunque sonará de lo más extraño a mi mascota le gustaba tanto que yo le leyera que a veces pensaba que en otra vida, si es que existía, aquella, mi buena amiga, había sido una persona.

Percibí que la pregunta le había sorprendido un poco, me sentía realmente incomoda por aquello y esperaba que no se tomará a mal, debía guardar mi curiosidad en una cajita, lo que menos deseaba en aquellos momentos eran colocarlo en una situación incomoda y mucho menos que tuviera que responder a algo que no quisiera contestar. Aún así, sorprendido y todo, contesto, cortésmente a mi falta de decoro. Le sonreí amablemente, si él me había hablado de algo que le había preguntado tan descaradamente, me tocaba a mi a contentar a sus dudas.

-La belleza se desvanece con el tiempo Lawrence, lo que importa es la esencia, no el envase, por que alguien puede ser muy bello pero ser tan vacío por dentro que cuando uno llega a la vejez eso se nota mucho.

Conocía, solamente por rumores, que muchas personas se casaban no solo por las mujeres por su dinero, si no por la belleza y sobre todo los hombres, les gustaba alardear a su hermosa esposa, pero aquella era tan sosa que no emanaba más que belleza. Era por eso mismo que agradecí cuando mi hermano Adam contrajo matrimonio con Eliza, la belleza era muy notoria, pero lo que más me gustaba era su hermosa forma de pensar. Deje escapar un suspiro y ladeé el rostro, para que el calor del sol tocará mis mejillas, tenía que empezar a remover un poco de mi pasado.

-El señor Leroy no era de esas personas que se destacaran por su belleza, aunque no era un hombre feo, era alto y moreno, tenía los ojos pardos y poseía una sonrisa muy encantadora. Pero su forma de ser era lo que más llamaba la atención. Lo conocí por que un día de lluvia, tocaron la puerta de nuestra casa, papá estaba algo asustado, pero de todos modos abrió la puerta, mi padre es médico, y al abrir esta se encontró con el señor Leroy y su hermana Samantha, aquella estaba muy mal y de la desesperación tomo su caballo y se acerco a nuestra casa.

Pase saliva, todavía recordaba como la señorita Leroy sufría unos insoportables dolores de cabeza y tiritaba de frío, realmente pensamos que aquella no pasaría la noche, pero Dios obraba de manera tan misteriosa que tuvimos que prender varias velitas e ir varias veces a misa y pedir por la buena suerte.

-Samantha se quedo en casa y por ende el señor Leroy también, fue allí donde compartimos la lectura, la música, también tocaba el violín y muy bien por cierto, y conversábamos mucho como si fuéramos amigos de toda la vida. La señorita Leroy se puso bien, fue un milagro, y él tuvo que regresar a su casa...

La historia no terminaba allí, y por supuesto le contaría todo, era mi amigo y como tal debía saber absolutamente todo sobre mi, como esperaba que él confiará y me contará sus más intrépidos secretos. Me erguí en el pasto y flexione mis piernas para rodearla con mis brazos. Le sonreí tímidamente y me sonroje.

-Un día regreso, yo me había puesto muy feliz, volver a verlo después de tanto tiempo para mi era un gran honor, pero no quiso verme, simplemente fue a hablar con mi padre. Fue allí donde este me llamo y me dejo sola con Charles...

Bajé la vista, cada vez que me imaginaba aquella situación mi corazón latía a mil por hora, realmente había sentido que todo mi cuerpo temblaba, por un lado sabía lo que me esperaría dentro de la habitación y por el otro lado la exaltación de volver a verlo era mucho más fuerte e ingenuo que todo lo que realmente sucedía.

-Este se hinco y me propuso casamiento, yo me quede realmente paralizada y supe que contestar, no sé si fue lo correcto ó no, le dije “Charles, realmente me honra saber que me has regalado tu corazón, pues el mío está en todas partes y no puedo pertenecerte, te haré tan infeliz que no podría soportar verte sufrir, espero que puedas perdonarme”

Callé, todavía me acordaba la expresión de sus ojos pardos había perdido todo color, me había dado cuenta que mi libertad y mi amor por esta le había roto el corazón. Recuerdo que se había parado rápidamente y se había marchado para siempre. Baje la vista y trate de sonreír, pero fue en vano, volver a aquel tiempo no era muy encantador que se pueda decir.

-Pensará que soy la persona más despreciable del mundo y quizá si lo soy...

Musité mientras bajaba la mirada, trate de no contactarlo más, no sabía si aún seguía aquí ó se había ido de Inglaterra, tampoco si había contraído matrimonio, simplemente aún, cuando cerraba los ojos, recordaba sus ojos pardos llenos de alegría y de un momento a otro sus ojos se apagaban.
Meneé la cabeza para dejar atrás todo sentimiento triste, quería volver a recoger a la Caroline de antes. Me reí del comentario.

-Entonces practique Lawrence, por que no sabe en que momento puede caerle la familia Mayfar, estoy casi segura de que toca como los ángeles. Yo toco el violín en donde sea, no tengo un lugar favorito, y nada me agradaría más que enseñarle algunas notas.

Me quede pensando un momento mientras me llevaba el dedo índice a mi mejilla, era verdad lo que Lawrence me decía, si de pronto él me invitaba a mi y a toda mi familia al teatro, todo sería demasiado sospechoso, mi padre se lo tomaría con gracia, como solía hacerlo, por que confiaba mucho en mí, a pesar de mis locuras, pero mi madre pondría el grito en el cielo.

-Creo que tendremos que posponer un poco la visita al teatro Lawrence, es una lástima, pero tendremos que primero conocernos ¿No le parece?

Le sonreí, esperaba que comprendiera lo que le estaba diciendo, eso quería decir que yo no le diría a nadie, bueno...solamente a mi gallina, que había tenido el placer de conocer a alguien tan bueno y gentil como él. A pesar de que yo no le hacía mucho caso a las habladurías de las personas, era conciente de que a él no le sería muy bueno, por su condición.
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Mensaje  Lawrence Lovegood Mar Ene 05, 2010 7:43 pm

- Realmente me haria muy feliz verla en las siguientes ocasiones tal cual la veo ahora.- sonreí. Le aparté otra hoja del cabello sin ser invitado a hacerlo. Cada vez me sentía más natural junto a Caroline- Aunque me gustaria que las hojas no intentasen invadir su cabello tanto. Esconden el color rojo porque temen al calor que desprende, y no me dejan apreciar su tonalidad.

Miré la hoja amarillenta durante unos segundos y lo luego la deposité en la tierra, junto a algunas más caidas. La miré y asentí, encantado ante sus palabras.

- Me complace mucho saber que mis palabras serán memorizadas por usted, como si se tratase de una de esas citas célebres de los escritores antiguos. Pero permítame pecar de modestia y decirle que no creo que mis palabras se merezcan tanta atención.- cogí el bastón que descansaba a mi lado y lo puse de pie para girarlo sobre mis manos.- Y si no le importa, me gustaria acompañarla durante el camino de vuelta. No me presentaré hoy a su familia, puesto que nuestro aspecto no depera nada bueno. Pero al menos la acompañaré un rato.

Le había dicho a Curdy que pasase con el carruaje a recogerme, así que con suerte nos lo cruzariamos por el camino si la dama aceptaba mi compañia un rato más.

La señorita Mayfar habló de nuevo y en sus palabras sentí una nostalgia que pensé imaginaria hasta que empezó a contarme su historia. Hablaba haciendo pequeñas pausas y sentí que quizas no deberia estar oyendo lo que decia. Me sentía un intruso que estaba explorando su pasado. Pero ella parecia decidida a empezar y terminar, a pesar de que la voz se le quebraba. Apoyado como estaba en el tronco del árbol, no pude evitar echarme hacia adelante y sentarme con más formalidad, pues veia una falta de respeto aquella postura desenfadada mientras escuchaba una historia tan triste y hermosa a la vez como aquella.

- No tiene nada de despreciable que fuese sincera con él, pues si de verdad le importaba fue sin duda lo mejor. Más que pensar que es usted despreciable, creo que tiene mucho coraje, pues supo que con el tiempo le haria daño y fue eso lo que evitó aun sabiendo que ambos sufririan en aquel momento. No tiene nada de malo rechazar una petición de matrimonio. Usted le robó el corazón al señor Leroy sin darse cuenta de ello, y simplemente él no consiguió atrapar el suyo. Fue una decisión muy sabia dejarlo pasar y darle la oportunidad de ser feliz junto a otra mujer aunque eso la hiciese sufrir a usted, que le apreciaba de corazón.- al escuchar mis propias palabras que quizas no tenian mucho tacto, negué con la cabeza y cerré un momento los ojos.- Discúlpeme. Me he implicado demasiado haciendo hipotesis.

Por suerte ella volvía a sonreir y eso me alegró bastante. Me removí inquieto entre la hierba.

- Que las hadas me roben toda mi cordura si no tengo una buena pieza bien ensayada para el día que deba tocarla ante la familia Mayfar. Llámeme presuntuoso, pero le aseguro que los oidos de sus parientes quedarán muy satisfechos.- bromeé.

Me pasé la mano por la frente y me retiré hacia atrás el pelo, mientras pensaba en nuestro plan.

- ¿Qué le parece esto? Durante los próximos días su familia recibe noticia del Conde Lovegood, quien cordialmente le invita a él y a toda su familia a la abadía Lovegood para tomar el té y conocerse mejor. Misteriosamente, su hija Caroline termina haciendo una buena amistad con el recién llegado y a partir de entonces ya podremos mantener la relación mediante cartas e invitaciones.- sonreí.
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Mensaje  Caroline Mayfar Miér Ene 06, 2010 2:43 am

Seguí con la mirada como su mano se acercaba suavemente a mi cabello pelirrojo y luego pude visualizar como sus dedos tenían una hoja amarilla, muy hermosa por cierto, debía admitir que era devota de todos los colores, aunque si me lo ponía a pensar con claridad y calma, podía decir que uno de mis favoritos era el color verde. Deje escapar un suspiro. La hoja amarillo volvió a ser depositada junto al pasto verde.

-¿Sabe? El color verde es mi favorito, aunque debo admitir que todos los colores son tan bellos. Quizá de eso ya se hubiera enterado. Me gusta el marrón y más aún el oscuro de sus ojos ¿Usted sabía que mirando directamente a los ojos de alguien uno puede ver el alma?

Pregunte con media sonrisa, esperaba que no se tomará a mal mi comentario acerca de sus ojos, pero era así, a pesar de que eran tan oscuros uno podía notar, ó al menos yo, que eran tan brillosos como las estrellas que nos iluminaban desde arriba por las noches. Ladeé el rostro, aunque pensándolo bien quizá mal interpretara mis palabras. Me sonreí, estaba segura de que Lawerence no era esa clase de personas, me sentía muy a gusto con su presencia y esperaba que el cielo fuera bueno conmigo y alargara las horas de la tarde.

-¿Le gusta el color rojo de mi cabello señor Lawrence?

Me tome un mechón rizado y baje la mirada para fijarme en su tonalidad. Era extraño, mi madre poseía aquel color caoba y mi padre llevaba los cabellos bien oscuros. Toda en mi familia, por parte de madre, eran pelirrojos y por parte de padre, menos mi abuela eran morenos. Mi hermana Amy había sacado el cabello rubio de mi abuela paterna, mientras que mi hermano Adam y Anne compartían el mismo color de cabello. Solté el cabello y volví a dirigirle una mirada a mi amigo.

-Lástima que no tengo conmigo una tijera, por que a mi no me importaría regalarle un rizo de mi cabello rojo.

Cualquier cosa que hiciera feliz a mi nuevo amigo para mi era felicidad también. El bastón giraba una y otra vez y me hizo sonreír un poco su modestia, eso me decía que era un hombre de muy buen corazón y esperaba que jamás cambiara su condición. Parpadeé debido a la sorpresa, pero luego me invadió otro sentimiento, quería acompañarme a mi casa, ¡Me hacía muy feliz aquello!

-Nada me agradaría más que me acompañase en la caminata de regreso a casa y algún día seré yo la que lo acompañé a usted a su casa ¿Quiere?

Le dije mientras le regalaba una sonrisa, ya de por si que una señorita acompañase a un caballero a su casa era extraño, pero no me importaba en lo absoluto, podía colocarme una capa, mascara y ser misteriosa, de esa forma nadie sabría que yo lo acompañaba, para que no hablaran mal de mi amigo, a mi me importaba muy poquito lo que la gente pensaba de los demás. A menos que fuera mi familia.

Levanté una mano y la moví, realmente no se tenía que sentir culpable por nada, yo misma había querido introducirlo en mi pasado, aunque fuera triste y no me sintiera del todo orgullosa, ahora que lo pensaba, quizá estuviera casada con el señor Leroy y quizá...solo quizá jamás lo hubiera conocido a mi amigo. Una sonrisa a medias apareció en mi rostro, mientras me inclinaba un poco para tocarle, con la yema de mis dedos, una mano.

-No tiene por que pedirme disculpas Lawrence, fui yo la que quiso contarte mi pasado y si lo he hecho es por que quiero que me conozcas un poco más, por que los amigos hacen eso ¿No? Y para que acotes tus pensamientos. No es un monologo, es una conversación.

Le sonreí, mientras en mi cabeza se grababan las palabras que mi nuevo amigo me decía con toda sinceridad ¿Era cierto que yo le había robado el corazón a Charles? Pero ¿Por qué no había podido robarme el mío? Quizá muy en el fondo estuviera esperando a alguien ¿Quién?. Deje escapar un suspiro, no me agobiaría con muchas preguntas, quite la cara de consternación y aplique una hermosa sonrisa. No quería hacerlo sentir mal a Lawrence.

-Pero de eso estoy más que segura...permítame.

Me incline tan solo un poco para tomar, suavemente, una de las manos de mi amigo, la lleve cerca de mi cara para mirarlas mejor. Las examine desde la yema de sus dedos, hasta las uñas, quién las tenía prolijamente cortadas y poseía una piel muy suave. Lo mire a los ojos.

-Yo veo que usted es un excelente pianista, sus dedos me dicen eso y además puedo atreverme a decir que eres muy ordenado y prolijo, además de suavecito.

Solté la mano de mi amigo y me eché a reír, me había sonado gracioso la palabra “Suavecito” como si Lawrence fuera un oso polar ó una estola de piel. Deje que la risa pasará y lo observe, era una buena manera de poder conocer mejor a la gente, ó al menos eso me decía mi querido padre. Se podía decir, que con la acción de tirarse el cabello para atrás, que era una persona muy segura de si misma.

Me sorprendí, era un plan maravilloso, aunque no me gustaba mentirle a mis padres, pero cuando se trataba de amigos, cualquier cosa era valida ¿No?. Esbocé una sonrisa y me abstuve de abrazarlo de nuevo, no deseaba incomodarlo otra vez.

-Me parece un plan brillante, es una mentirita piadosa, esperemos que Dios nos perdone y si no lo llega a hacer, le mandaré a mi ángel de la guarda, supongo que no se enojará mucho ¿No?

Estaba muy agradecida por nuestro misterioso encuentro y esperaba que todo saliera según lo planeado.

-Mi madre se va a poner muy contenta...y tenga mucho cuidado con ella

Bromeé, sabía como era mi madre y al verlo al señor Lovegood estaba conciente de que buscaría la forma de quererlo casar con mi querida hermana Amy ó Anne.
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